Una conducta repleta de honradez
Un hombre que vino a buscar trabajo en la aceituna entrega el portátil perdido por un joven
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No es un cuento de Navidad, sino una historia muy real. Un joven de dieciocho años, David Ruiz, ha recuperado un ordenador portátil que dejó extraviado en el Paseo de los Álamos gracias a Daniel Rossell, un hombre de sesenta que había venido hasta Alcalá la Real para buscar trabajo como temporero en la aceituna.
Según relata el honrado forastero, originario de Toledo, después de pedir limosna en la puerta de un supermercado cercano por la mañana se dirigió hacia unos bancos situados frente a la biblioteca para comerse un bocadillo. Entonces se percató de que en las cercanías había un grupo de estudiantes y que uno de ellos había dejado olvidada una bolsa. Al abrirla descubrió que había un bocata y un portátil. Sin pensarlo se dirigió hasta el cercano cuartel de la Guardia Civil para entregar el bien. El propietario del ordenador se puso en contacto con su familia, que le recomendó denunciar de inmediato el extravío. Sin embargo, nada más entrar en el puesto de la Benemérita allí lo esperaba el portátil, valorado en unos setecientos euros. La alegría fue inmensa y tanto él como sus progenitores se pusieron en contacto de inmediato con Rossell para darle las gracias por su honesto gesto.
“Yo daba el ordenador por perdido total. Si pierdes algo, aquí no lo encuentras”, afirma María del Carmen Aranda, la madre del joven. En este sentido señala que, en otra ocasión, su hijo dejó olvidado un móvil en el tranco del domicilio familiar y que, en cuestión de segundos, desapareció.
Sin embargo, la entrega del portátil, algo ocurrido el martes, no es el único gesto de bonhomía de Rossell. El lunes protagonizó otra situación que denota su honradez. “Tomaba en café en un bar. Fui al baño y me encontré en el baño un teléfono móvil de gran tamaño. Salí con él y pregunté de quién era. Pertenecía al dueño del establecimiento”, relata el hombre.
La situación del toledano no es fácil. “La suerte que tengo para los demás no la tengo para mí”, resume. Después de estar varios días en el albergue de El Coto, finalmente no consiguió trabajo en la aceituna y se dirigió hacia Palma del Río (Córdoba) para dedicarse a la campaña de la aceituna. Antes de la crisis, Daniel Rossell disfrutaba de un buen puesto en el sector de la construcción, donde —asevera— era jefe de obra. En la actualidad, desde hace alrededor de tres años, vive de un lado para otro, con ocupaciones ocasionales, habitualmente en campañas agrícolas, como la vendimia. Su deseo es acabar con estar situación y conseguir una estabilidad. Para ello, lo que necesita, básicamente, es una oportunidad laboral.