Un histórico yacimiento a la deriva

La parcela en la que se prevé construir el Parador de La Mota sigue olvidada

05 mar 2018 / 09:27 H.

El Ayuntamiento consiguió, después de acuerdos con propietarios y con la Iglesia, una parcela de 15.000 metros cuadrados para la construcción de un parador de nueva planta en la Fortaleza de la Mota. Era el primer mandato como alcaldesa de Elena Víboras, y en 2009 la administración local entregó el solar al Gobierno central, entonces en manos de José Luis Rodríguez Zapatero, para que, a través de Turespaña, se levantara el alojamiento. Unos meses antes de las elecciones generales de otoño de 2011, se firmó un protocolo.

Sin embargo, con la llegada de Mariano Rajoy a La Moncloa, el asunto sufrió un parón en seco y en 2012 se conoció la decisión de dejar en un cajón el proyecto, aunque el PP acusaba a Zapatero de ser el que, en realidad, había paralizado la iniciativa.

Después de todos esos acontecimientos y a unos meses de que se cumplan los diez años de plazo previstos para la entrega —periodo tras el cual la parcela revertiría al Ayuntamiento—, la situación es precaria. El solar incluye una parte considerable de los arrabales de la antigua ciudad fortificada —excavada con el Campo Internacional de Arqueología y otros programas— y el templo de Santo Domingo de Silos, en la Lista Roja del Patrimonio de “Hispania Nostra”. Este monumento, literalmente, se cae a pedazos y solo se benefició, en 2015, de una intervención de emergencia en la que se sustituyó la cubierta del campanario y se colocó un andamiaje. Recientemente, el Ayuntamiento denegó la licencia de obras solicitada por Turespaña por incumplir los requisitos fijados por Cultura para la esperada intervención.

En cuanto al yacimiento, situado junto al camino de San Bartolomé, también llamado Paseo de la Muralla, el mantenimiento ha sido, y es, prácticamente nulo. Para empezar, la valla de seguridad está rota junto a San Blas y el cartel de prohibición de acceso, por los suelos. Dentro proliferan la suciedad y las malas hierbas, espoleadas por las últimas lluvias. Los valiosos restos de la trama urbana se deterioran a la intemperie, bajo las heladas, el calor y las precipitaciones. Una casa de siglos atrás amenaza con desmoronarse pese al “corsé” que la afianza. Fuera, el Ayuntamiento tampoco ha hecho los deberes, como se aprecia en el deteriorado cartel promocional dirigido a los visitantes de la ciudad.