Toda una vida soñando. Maestra de vocación

20 jun 2019 / 13:21 H.

Querida Chon:

Hoy estoy en calma, he despertado con una sensación de paz, de gratitud y gozo. Hoy soñé que algo nuevo volvía a comenzar. Siento que en la distancia y el tiempo, cada momento vivido es una experiencia vital que marca un antes y un después en el desarrollo de nuestras vidas. ¿Quién te diría hace ya más de cuatro décadas, cuando sólo tenías 15 años, que aquella firma que tu padre no consentida en un primer momento, te daría la felicidad? Tú y yo lo sabíamos.

Desde aquellos años, los primeros de tu vida, en los que ponías a todos los niños del barrio en fila, como si estuviesen en el colegio y empezabas a darles clase, a enseñarles las lecciones que te habían enseñado a ti los días antes, y con ese desparpajo que siempre tuviste; ¡Ahí! En ese mismo instante te conocí. Te acercaste a mí, risueña, cariñosa y decidida. No sé muy bien lo que te atrajo, quizás por la devoción que tenía tu padre porque aprendieses, quizás guiada por esa curiosidad innata que tienes y que necesitas calmar, o simplemente porque el destino te puso en mis manos. Lo recuerdo como si fuese ayer. ¡Cuánto llevamos juntas! ¡Cuántos momentos de incesante actividad! Y nunca dejaste de luchar.

Nunca te has conformado con tener un trabajo en el que ir día a día y enseñar lo que sabes. Siempre has esperado más. Has trabajado porque todo el mundo tuviese una educación, unos estudios, pero además te has entregado en cuerpo y alma para que esas personas fuesen buenas de corazón, tuviesen una educación emocional correcta para poder desenvolverse en cada momento de sus vidas y diesen al mundo lo mejor de sí mismos.

¿Te acuerdas de esos años en compensatoria? Que lejos de Andalucía, de tu casa, de tus padres. Recuerdo perfectamente cuando te despertabas por la mañanas temprano para buscar a esos alumnos/as que sabías que no vendrían a clase, que sus familias no los traerían, y tú y tu marido ibais a por ellos, y los quitabais de que viesen algunos peligros. Eras visionaria y trabajaste duro para que todos tuviesen un lugar donde estudiar sin discriminación alguna. ¡Qué mujer!

También recuerdo esos viajes por las aldeas de Alcalá la Real, esos granos de café para no dormirte por la carretera, esos contratos firmados por los alumnos/as, ¡y cómo no! Esos carnavales, días de Andalucía, y actividades culturales que intentabas que ningún alumno se perdiese. Tú y yo sabemos, que tan importante es saber escribir, leer, sumar, restar o saberse los ríos de España, como conocer y vivir la cultura de nuestro pueblo. Porque el contexto social y cultural donde nos desarrollamos es trascendental para el aprendizaje. ¡Siempre lo viste claro, amiga!

Más tarde la vida te deparo otro destino; distinto al de tus amadas matemáticas. Pero no por ello más lleno de vida y gratitud. El no parar de estudiar, aun teniendo dos hijas, te llevo a ser logopeda y trabajar en Alcalá la Real. Por tus manos han pasado tantos niños maravillosos, tantos soplos, tantas actividades de praxias, motoras y de todo lo que estuviese en tu mano para hacerlos hablar y, ser alumnos/as capaces de desenvolverse en esta vida tan difícil. ¡Cuánto amor diste y recibiste!

Tengo que decirte amiga que en algunos momentos fuiste muy dura y severa, pero siempre detrás de un enfado venía una sonrisa amplia y optimista. Porque sabes que la seriedad ayuda a la concentración y la atención. Y la sonrisa a que la asimilación del aprendizaje sea mucho más rápido y agradable. ¡No se te escapa una!

Ahora en confianza, tengo que decirte que los últimos años de tu trabajo te regalé uno de tus sueños. Terminar tu etapa lectiva dando matemáticas. ¡Qué sorpresón fue!, ¿eh? Creo que los alumnos/as así lo han vivido, o por lo menos, eso me han dicho: “¡Qué bien explica matemáticas!”.

Amiga, hoy sólo me queda darte las GRACIAS porque con personas como tú, luchadoras, entregadas, imbatibles, atrevidas, decididas, valientes y amorosas, el mundo será un lugar lleno de justicia, tolerancia, respeto, equidad, solidaridad, cooperación y educación. Porque los niños y niñas de hoy serán el futuro del mañana. Porque sin educación estamos abocados al fracaso.

Gracias por esas tardes-noches dando clase a todos aquellos que lo necesitaban, que les costaba más trabajo y que sus padres confiaban en ti para que les ayudases. Por ese amor desinteresado hacia la enseñanza, porque sin amor y esfuerzo, no hay logro que valga.

Porque la vida te siga dando el mismo cariño que tú siempre nos has dado y, sigas repartiendo saberes, sonrisas y amor.

Siempre tuya, La Educación.