Bienvenida cálida y cordial a las aldeas de la Sierra Sur
Algunas de las dieciséis de Alcalá la Real estrenan marquesinas para homenajear a sus habitantes más longevos y saludar a sus visitantes

Quienes visiten, estos días, algunas de las dieciséis aldeas de Alcalá la Real descubrirán, con sorpresa, cómo una persona mayor, principalmente mujer, le da la bienvenida desde una marquesina situada justo a la entrada. La original iniciativa es un proyecto municipal que pretende impulsar las zonas rurales y homenajear a los más veteranos de cada sitio. Esto es posible gracias a una inversión que ronda los 12.500 euros.
El concejal de Aldeas, el también primer teniente de alcalde, portavoz del equipo de Gobierno alcalaíno y titular de las áreas de Hacienda y Contratación, Ángel Montoro, explica que el objetivo era hacer algo original con la señalética de los núcleos rurales. La idea partió, dice, de Federico Barquero, técnico del gabinete de diseño del Ayuntamiento. Una vez decidido el formato quedaba elegir a cada una de las personas que iba a “saludar” a los visitantes desde la marquesina en cada una de las quince pedanías y la entidad local de Mures. El riesgo era elegir a alguien y que otros residentes se molestaran. Por eso la opción adoptada consiguió en tirar de la persona más longeva empadronada en cada caso. En caso de que esta haya declinado se ha proseguido en el mismo orden con la segunda o la tercera si ha sido necesario. La propuesta lleva por nombre Siempre eternos.
Ya se ha instalado la señalética en los anejos de Charilla, Ribera Alta, Santa Ana, La Pedriza y La Hortichuela. Este último caso es particular, ya que la Emiliana, la elegida, falleció recientemente, pero a un así los familiares decidieron seguir para adelante, pues los descendientes resaltaron la ilusión que hacía a la difunta esta iniciativa, de manera que se trata de un sentido homenaje póstumo a ella. La siguiente tanda será la próxima semana con seis más, La Rábita, San José, Las Grajeras, Fuente Álamo, Caserías de San Isidro y Venta de los Agramaderos. En cuanto al resto, antes de Nochebuena estará colocada esta especial señalética.
“La acogida está siendo espectacular. A la gente le encanta”, indica Ángel Montoro, quien resalta que los propios mayores o sus allegados son los que se encargan de descubrir los carteles. Esto se hace en actos públicos en los que se entrega un recuerdo a los protagonistas. Los ancianos se emocionan, como ocurrió en el caso de Pedro López, de Ribera Alta. Son vecinos que en muchos casos han residido casi sin interrupción en la aldea en las que quedarán perpetuados. “Este es un proyecto que hacemos con todo el cariño del mundo y que está gustando. No solo sirve para cambiar la cara a la señalética, sino que supone un reconocimiento”, dice el edil. Él mismo se ha criado y vive en una aldea alcalaína, Ermita Nueva.
Montoro tiene entre sus prioridades promocionar los núcleos rurales del municipio, donde actualmente viven unas 4.000 personas, es decir en torno al 20% del total del censo de Alcalá la Real. Aunque a mediados del siglo XX la mayoría de la población del término residía en el campo, el descenso poblacional durante las últimas décadas ha sido abrupto, en algunos casos dramático. El resultado, además, es que buena parte de los habitantes que quedan son mayores.
Ángel Montoro tiene claro que para que las aldeas no se despueblen hace falta dotarlas de servicios, aparte de mantener los que ya hay. Las comunicaciones también resultan importantes. “Esto se suma al trabajo que venimos desarrollando en los núcleos rurales para equipararlos con el núcleo urbano. Quiero agradecer la implicación de los pedáneos con este proyecto para ayudarnos a encontrar en cada caso a la persona de mayor edad, así como a estos vecinos que han prestado su imagen para que sirva de bienvenida a todo aquel que llegue hasta su aldea”, añade el concejal, perteneciente a Ciudadanos.
A su juicio, durante la presente legislatura se ha demostrado que podía revertirse la situación de “desatención”. “Trabajamos para colocar a las aldeas en el lugar que se merecen”, prosigue. El político opina que ha quedado patente que en las pedanías pueden realizarse eventos multitudinarios, entre ellos pueden mencionarse el espectáculo de “freestyle” de Ermita Nueva y los diferentes conciertos, incluso con un festival específico de verano en las aldeas, Caldea.
Otras iniciativas visibles son la colocación de rótulos en las diferentes vías públicas de los anejos, con placas de porcelana. Para el primer trimestre de 2023 se intentará completar este proyecto, ya que se han encargado las placas. Asimismo, se instalaron cubrecontenedores como otra iniciativa para el embellecimiento viario. Igualmente, dentro de las inversiones propiciadas por una subvención del instituto IDAE, dependiente del Gobierno central, se ha realizado la sustitución de las luminarias por otras de led, más sostenibles desde el punto de vista medioambiental y con un importante ahorro económico. Para el futuro, el Ayuntamiento prevé el refuerzo del alumbrado en ciertos puntos. Es algo en lo que se trabaja de la mano de pedáneos en función de las demandas vecinales.
Con vistas a las fiestas de Navidad se ha acometido una mejora del alumbrado extraordinario, con árboles y otras estructuras. “Es material comprado, por lo que lo tenemos para todos los años”, afirma Ángel Montoro. Como detalle, el pasado miércoles se inauguró el alumbrado especial desde la aldea de La Pedriza, donde, horas antes, se había estrenado el parque, con una superficie que ronda los mil metros cuadrados. La puesta de largo de las luces fue en una fiesta en la que no faltó ni siquiera un concierto del grupo Ipop Cover.
Montoro resalta que esta legislatura se ha conseguido que la elección de los pedáneos sea democrática, con la instalación de urnas para que los lugareños decidan. Resalta, como iniciativa promocional, la creación de la vía verde de las aldeas, un itinerario que conecta las diferentes aldeas y que tiene también una utilidad turística. Incluso se plantea la posibilidad de crear recorridos circulares dentro de cada uno de los núcleos concretos repartidos por el término municipal.
Con la pandemia, como confirma Montoro, comenzó a experimentarse un incremento en el interés por vivir en las aldeas, con la llegada de familias que buscaban espacios abiertos. Esto se traduce en la llegada de residentes, hasta el punto de que en algunos casos, como Charilla o La Pedriza, es difícil hallar casas vacías.

“Tener la marquesina es estupendo”
La homenajeada en el caso de Santa Ana es Ángeles Aguilera Sánchez, de 97 años. “Tener una marquesina es estupendo. Como vivo enfrente veo a la gente que pasa y dice: ‘Cucha, es la que vive ahí’”, manifiesta sobre la iniciativa.
La vida de Aguilera ha transcurrido prácticamente en la aldea, salvo la época de la Guerra Civil, que los pasó en la Hoya de Charilla y un año y medio que emigró a Barcelona en los 60. Viuda desde hace catorce, recuerda con cariño a su esposo, Juan Manuel Algar Gálvez —quien fue pedáneo durante un tiempo—, al que conoció cuando era una niña. De su infancia destaca que fue feliz, aunque estuvo marcada por el encarcelamiento de su padre durante la dictadura de Franco “simplemente por hablar”.
La longeva santanera ha trabajado mucho, tanto en el campo como lavando y en el cuidado de sus seis hijos. Hoy, además, cuenta con diez nietos y doce biznietos. “Nunca me dejan sola. Siempre estoy acompañada. Todos son de oro”, indica. Su estado de salud general es bueno, aunque admite que últimamente se siente decaída por dolencias como la artrosis. No obstante, la cabeza le funciona perfectamente.
Opina que el secreto de la longevidad es haber tenido mucha fuerza para todo e ir “a la buena de Dios”, sin maldad para nadie, aparte de no “enritarse”. Reconoce que siempre ha comido bien, lo que también ha sido fundamental.
Cuando se le pregunta por la evolución de Santa Ana, Ángeles Aguilera es clara. “Ha cambiado el doble. Si lo veo no lo creo. Cuando miro el pasado me pregunto si es posible que esté así”, manifiesta. Se refiere a las necesidades que tenían antes muchas familias numerosas. Sin embargo, apunta que antes había más colaboración entre todos frente al egoísmo que nota en la actualidad.