Adiós al último ermitaño de Montesión, en Cazorla
El hermano Antonio Rodríguez Roldán ha fallecido a los 83 años en la residencia de Villacarrillo donde vivía hace años
OBITUARIO
La Sierra de Cazorla pierde a un referente espiritual. El hermano Antonio Rodríguez Roldán falleció el pasado 4 de diciembre a los 83 años. Era el último ermitaño del monasterio de Montesión. El fallecimiento del anacoreta se produjo en una residencia de Villacarrillo en la que vivía desde hace varios años. El fraile, natural del pueblo granadino de Mondújar, llegó a Cazorla en la década de los sesenta como miembro de la congregación de San Pablo y San Antonio Abad. Después de años de trabajo, en los que vivió, literalmente, en cuevas, como los antiguos anacoretas, él y unos compañeros se encargaron de recuperar el monasterio de Montesión que se encontraba abandonado, después de haber albergado un colegio y, antes, un lazareto. Llegó a la comarca serrana muy joven, procedente de Almería. De manera gradual, los miembros de la congregación se marcharon hasta que quedó él solo. En el aislamiento de la montaña llevó una vida muy austera, prácticamente de subsistencia, y practicaba el trueque con trashumantes y otras personas que se acercaban hasta el cenobio.
Finalmente, cuando su estado de salud se requesbrajó se trasladó hasta el casco urbano cazorleño, donde vivía en una casa, aunque realizaba visitas a Montesión. Aplicó a la práctica su voto de pobreza y era visto como alguien muy piadoso. Él mismo se definía como “ermitaño, solitario y anacoreta”. Con la desaparición de Rodríguez se ahonda en el desmantelamiento de Montesión. Sin embargo, el espacio es objeto de visitas turísticas de la mano de personas como Inmaculada Cepillo, que quieren poner en valor el encanto y el misterio que rodea a este espacio, compuesto por varias edificaciones, algunas con varios siglos de historia. En sus rincones sigue el recuerdo de Rodríguez.