El sueño del ascenso se tiñe de color azulillo

El cuadro azulillo recurre a la épica para ganar al Moralo con los goles de Jorge Barba y Chendo y superarlo en los penaltis con un tanto del goleador

17 jun 2019 / 09:16 H.

Sucedió a las 21:54 de la noche en Linarejos. La bota derecha de Chendo contactó un balón de espaldas a la portería para ganar un segundo de pausa antes del caos. Sus ojos miraban a Lopito pero su mente estaba en la red. Dos segundos después, el “Tigre” corría hacia la grada entre un estruendo atronador que invadió Linares desde la Cabria hasta la Ermita de Linarejos. La obsesión del boxeador que, por persistencia, consigue derribar a su rival. La de Rocky Balboa golpeando a Ivan Drogo hasta el último segundo. La de este Linares que tiene la Segunda B grabada a fuego en sus pupilas. El minuto 95 y Chendo del Linares Deportivo – Moralo CP pasarán a la historia.

El ejército azulillo había cercado sin descanso desde el descanso del partido de ida hasta el noventa y cuatro del de vuelta la infranqueable muralla rival, pero solo el arquero Jorge Barba había podido herirla. Parecía que el sueño moría en la orilla pero Dios quiso premiar la constancia. El martillo de Chendo hizo el gol del éxtasis y Linarejos explotó.

Remontar un 2-0 suponía asumir muchos riesgos. Juan Arsenal tomó nota del choque de ida y planteó una reválida con muchas sorpresas. Su equipo se dibujó en base a un 3-5-2 pero lo verdaderamente llamativo eran los hombres que lo conformaban. Con Rodri como único mediocentro, fueron Barba y Beda quienes le acompañaron en los interiores, con Bolo y Chendo repartiéndose la punta de lanza azulilla. La elección de toda la artillería precisaba de dos aspectos fundamentales: solidaridad innegociable sin balón de cada uno de los titulares, pues el Linares viviría todo el partido en campo rival y tras pérdida debían ser perros de presa; y un acierto técnico y finura arriba que hicieran que toda esa pólvora se prendiera.

Y, a pesar de lo tardío del 2-0, el resultado fue exactamente el que se necesitaba. Barba y Beda volvieron a ser “Zipi y Zape” en la mediapunta minera y de su mano llegaron tramos de fútbol exquisito. El mejor nivel de ambos volvió en el día D. Con Rodri mandando, Espejo y Miguelito estirando por fuera, Bolo y Chendo fijando arriba y el trío Josema, Anaba y Carmona comandando la Guardia del Muro, los de Arsenal firmaron un partido en mayúsculas. Dominio, posesión, circulación fluida, intensidad sin balón y sangre en los ojos. El pack que le permitió llegar con vida al tramo final y empatar la eliminatoria cuando el crono se consumía. El Moralo gestó su resistencia en la acumulación de once hombres por detrás del balón y a punto estuvo de recoger frutos. Evitó sufrir ocasiones clarísimas durante muchos minutos a pesar de apabullante dominio minero, pues su fútbol colma su techo cuando pueden jugar a aquello que les ha hecho estar donde están: el sufrimiento defensivo y el veneno al contragolpe. Lopito detuvo lo poco que le llegó y arriba las mieles del gol las besaron los dos mejores atacantes azulillos de la temporada. Barba iluminó el camino en el 57’ después de dejar a dos rivales por el camino en su clásica diagonal desde el pico del área, y Chendo hizo estallar Linarejos con un gol de puro 9 en el último suspiro de partido. El killer mandó el balón al fondo del corazón moralo para alargar el encuentra a la prórroga. Una prórroga en la que el desgaste físico fue un lastre para ambos y condenó la eliminatoria a una tanda de penaltis que ganaron entre Lopito, el larguero y Chendo, otra vez, marcando el definitivo. Linares estará en la final por el Ascenso. La obsesión de una ciudad y de un equipo al que “no lo para ni Dios”.