Agresiones que no cesan en Jaén

Urgencias es la unidad que más casos registra en toda la provincia

02 jul 2018 / 09:53 H.

En su labor diaria, los enfermeros obran con una de las vocaciones más admirables: proteger y salvar las vidas de las personas. Sin embargo, esta buena voluntad y dedicación, en ocasiones, padece de insultos, amenazas y golpes, según apunta el Colegio de Enfermería, que subraya que este colectivo es, junto a los docentes, uno de los que sufren más agresiones en el desarrollo de su trabajo. Hecho que, con cada vez más frecuencia, se produce en los hospitales y centros de salud de la provincia. Las largas esperas y la falta de personal hospitalario son algunos de los factores que más inciden en el aumento progresivo de esta problemática, la cual, en muchas ocasiones, no es denunciada por los profesionales, ya sea por falta de concienciación o por miedo a una nueva agresión.

Los insultos se pueden escuchar, a diario, en los hospitales y centros de salud de la provincia, y la especialidad más afectada es Urgencias. “Muchas veces, cuando las personas van a Urgencias se creen que se les atenderá inmediatamente y no entienden que es un servicio de emergencias hospitalarias que atienden a doscientas personas y les dan prioridad a patologías determinadas”, explica José Francisco Lendínez, presidente del Colegio de Enfermería de Jaén, institución que representa a los profesionales de este sector y que, dentro de sus servicios, ofrece apoyo incondicional a aquellos que tuvieron que enfrentarse a una agresión por parte de sus pacientes o los familiares de estos. De hecho, Lendínez dice que el perfil más proclives a agredir a los enfermeros son los acompañantes de los enfermos. Asimismo, según cuenta, los agresores suelen ser más hombres que mujeres. “Hay una gran falta de recursos humanos. Por ello, entendemos que sería necesario un incremento de los profesionales sanitarios para evitar este tipo de situaciones tan lamentables”, señala el presidente del colegio.

Las agresiones verbales a los enfermeros son “a diario”, sin embargo la inmensa mayoría no se denuncian. Son solo las físicas las que son notificadas y, a pesar de esto, se incrementan cada año. “La gran mayoría son mujeres, porque parece ser que es más fácil y más cobarde agredirlas a ellas”, añade Lendínez. Por este motivo, el presidente del colegio argumenta que “hay mecanismos que deberían de implantarse” para acabar con esta situación por parte de la Consejería de Salud para que hiciera más difícil ser cometer una agresión. Una de las medidas que se tomaron comenzó en diciembre, cuando se creó la figura del “Interlocutor Válido” a nivel nacional, provincial y local, que forma parte tanto de la policía Nacional como de la Guardia Civil y que se encargar de hacer un seguimiento de los agresores y de proteger a los afectados. Además, en los hospitales está instalada la alarma anti-pánico, que complementa al personal de vigilancia.

Los datos recogidos por el Colegio de Enfermería de Jaén detallan que, en lo que va de año, las agresiones a enfermeros superaron la veintena, de ellas cuatro agresiones físicas. En 2017, se registraron 15 casos denunciados y juzgados de los colegiados. “Las agresiones sentenciadas son menos que las que ocurren realmente y mucho menos que las denuncias que se producen. Esto quiere decir que al juzgado no llegan todos, lamentablemente”, cuenta Lendínez, quien también afirma: “Los poquitos que llegan, la Fiscalía hace bien su trabajo y los trata como atentados contra la autoridad. Por lo que es fácil ganar el caso”. El presidente del colegio dice que, últimamente, los tribunales, tanto en los supuestos de amenazas como los de injurias y agresiones verbales, aplican la pena de prohibición de acercamiento a la víctima por espacio de seis meses y a una distancia de 200 metros. La dificultad para el presidente del colegio está en llegar a la denuncia, ya que, según él, el profesional no quiere hacerlo porque “lo pasa muy mal, pero lo hace porque quiere evitar situaciones parecidas a posteriori, es decir, por miedo”. Con respecto a este asunto, José Francisco Lendínez especifica que, muchas veces, no se denuncia porque el enfermero vive en el mismo sitio donde trabaja, lugar donde son conocidos los agresores y hasta el colegio al que van los hijos de los enfermeros. “Ante esas situaciones, nosotros animamos a denunciar, pero los afectados declinan”, dice. El punto positivo lo sitúa en que, al menos, ahora la Fiscalía entiende que este tipo de agresiones se ejercen sobre a una figura de autoridad, lo cual sitúa a los enfermeros en una posición semejante a la de los Cuerpos de Seguridad del Estado en el ejercicio de su trabajo.