14 mar 2022 / 23:45 H.

Universitarios en Jaén, dónde están, no se ven...

Es bien sabido que los cuerpos en movimiento avanzan influidos por dos fuerzas, la centrípeta y la centrífuga. Como su nombre indica una los acerca al centro y otra los aleja. En el caso de la Universidad de Jaén (UJA) es cristalino que predomina esta última. Como si fuera una galaxia en expansión, el Campus de Las Lagunillas se extiende con brío hacia afuera, en dirección hacia Carrefour, impulsado por su ambicioso Complejo de Investigación, Desarrollo e Innovación y de TIC, con un importe que ronda los trece millones de euros. Esas obras comenzaron en el primer trimestre de 2021. La deriva centrífuga de la UJA no es nueva, viene de años. Todavía escuecen episodios anteriores como la desaparición de las instalaciones de Peritos, donde hoy se yergue una superficie comercial, y la mutación de Magisterio, inmueble dedicado a exposiciones y actividades culturales varias.

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Alumnado de quita y pon

En el extraño caso de la Universidad centrífuga o el de la ciudad con Universidad, pero sin ambiente universitario. Una paradoja donde las haya. De los alrededor de 14.000 estudiantes de la UJA, creada en 1993 como epígono del sistema universitario andaluz solo una parte de ellos vive en la propia ciudad, muchos de ellos El Valle y El Bulevar, el cinturón “periuniversitario”. Dicho de otro modo, son cientos, miles, los alumnos que van y vienen en autobuses o en vehículos particulares. Alumnado de quita y pon. La pandemia, si cabe, ha intensificado el fenómeno. Para más inri eso mismo ocurre con profesores y personal no docente que emprenden un camino de ida y vuelta a pueblos o a Granada. Abundan los estudiantes que prácticamente no han pisado el centro capitalino y casi no conocen ni la vandelviriana Catedral. Ni siquiera una parte significativa de los Erasmus consigue rebasar los límites de la “isla” que envuelve el campus. Todos estos son motivos más que suficientes para pensar si este modelo universitario es lógico.

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Aquellos maravillosos años...

La UJA también fue joven y tuvo unos comienzos impetuosos. En su etapa inicial brillaron con luz propia aquellos jueves en los que se prodigaban en la calle actividades imaginativas y en la que Universidad era un foco de atracción de gentes, que daban vida a la ciudad. Se trataba de iniciativas que generaban ilusión en aquella fresca institución educativa que había llegado para hacer ciudad. Eran tiempos intensos en las que se vivieron escenas sonrojantes. Baste recordar la aberración que supuso, allá por 1998, las vejaciones, auténticas salvajadas de los “veteranos” a los recién llegados, los “borregos”. Aquellas novatadas, o más bien salvajadas, dieron que hablar y supusieron un escarnio colectivo para Jaén. Ahí sigue indeleble la escena en la que se pasaba a los nuevos un mechero por la entrepierna. Ver para creer.

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Cifras y letras

La perpetuación del modelo actual de campus que concentra todas las facultades se sustenta en un análisis económico. Se trata de buscar la eficiencia, de no duplicar gastos y de facilitar el día a día en las aulas a alumnos y profesores. La Cartuja de Sevilla es un ejemplo de esta tendencia a la unificación, que no es nueva, pues buscar compaginar ahorro y comodidad. Sin embargo, en la vida no todo se basa en cifras. Habrá que ver qué opinan las gentes de Letras.

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Un agravio que escuece

Aunque el Campus de Las Lagunillas no es el único caso de “isla” universitaria (existen otras, como el de Cáceres), desde hace años colectivos sociales alimentan un debate, más teórico que de realidades sobre la necesidad de instalar alguna facultad de Humanidades en el centro histórico. La idea sería colocar un centro simple, que no suponga una inversión cuantiosa, y lleve hasta el corazón de Jaén a varios miles de jóvenes. De esta manera, se ayudaría a revertir el declive de la zona, marcada por envejecimiento poblacional e infravivienda. Entre las voces partidarias de esta opción revitalizadora sobresalen la plataforma Jaén Merece Más y el colectivo vecinal Torre del Concejo (San Juan), que forma parte de la federación Objetivos Comunes. Sería una forma de recordar a universidades con solera, como la de Salamanca o la de Granada, donde la universidad está incrustada en la ciudad, con la que genera múltiples sinergias. La llegada de estudiantes siempre reactiva hostelería, sector inmobiliario y comercio. . Sin salir de la capital del Santo Reino, la Escuela de Arte José Nogué es un ejemplo de proyecto formativo que se imbrica en el crecimiento de la ciudad.

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Muertos de risa

Algunas áreas del centro histórico, literalmente, se caen a pedazos. Son casos sangrantes de inmuebles que duermen el sueño de los justos a la espera de ser útiles algún día. Por ello, se pone en ellos la mirada como monumentos a la desidia y como un quiero y no puedo universitario. En este club sobresale el solar APA-3. Pese a su privilegiada ubicación nadie sabe qué hacer con él. Primero se pensó en él para ubicar un colegio, pero con el envejecimiento no quedan niños. Luego se pensó en dedicarlo a Formación Profesional, pero... Otros locales propuestos para una futurible facultad son Santo Domingo y el decrépito convento de Santa Úrsula. Sin embargo, parece que, al menos por ahora, va a ser que no.

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...que me quede como estoy

En las adversidades es donde se demuestra la unión. Y es que, ante la reciente difusión del “borrador” de la Junta sobre el nuevo sistema de financiación universitaria en Andalucía, la ciudad ha cerrado filas con la UJA, a pesar de que sigue sin entender cómo se pudo dejar “vacío” Magisterio. En una operación de desvestir un santo para vestir a otro, la posibilidad de que se pierdan millones de euros genera vértigo, por más que al final todo quede en un globo sonda. De consumarse el recorte sería un golpe mortal para la viabilidad futura del Campus de Las Lagunillas. La merma supondría enterrar sueños como el grado de Medicina por el que se lucha desde hace años y haría tambalearse a una institución educativa que se símbolo de innovación. Por eso, más de uno y más de dos, cuando suenan tambores de recortes piensan en aquello de “Virgencita, que me quede como estoy”.

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Los siete errores urbanísticos.

 

1º El derribo del teatro Cervantes .

La destrucción, en los años 70 del señero edificio, situado en la confluencia entre la calle Bernabé Soriano y la Plaza de la Constitución es una tropelía que no se olvida por los ciudadanos, aunque demuestra la apatía social.

 

2º El tranvía.

Es un dislate que una construcción que costó 120 millones lleve más de una década sin uso y los vehículos en las cocheras. Supone una cicatriz en la trama urbana de Jaén a la que hay que dar solución inmediata, no más prórrogas.

 

3º Calles estrechas en El Bulevar.

El colmo del absurdo, que en la principal zona de expansión de Jaén haya calles estrechas. Esta aberración deriva de la codicia por construir lo que se podía y más, incluso con más altura.

 

4º Polígono Nuevo Jaén.

El que se suponía espacio para el desarrollo económicodefinitivo de la capital con implantación de grande empresas (Dhul incluida) se encuentra aislado de todo. Lejanía, desidia y muchísimo espacio por ocupar.

 

5º El Antiguo Hípico.

Un asunto tan peliagudo, que llegó a los tribunales. El traslado del Campo Hípico para crear aparcamientos supuso la desaparición de este centro y una abultada condena al Ayuntamiento. Ahora se habla de centro de salud.

 

6 º Teatro Infanta Leonor.

El moderno inmueble, buque insignia cultural, destaca por sus acabados modernistas pero tiene una rémora principal, su ubicación, en una zona muy escondida y acceso complicadísimo que desluce incluso actuaciones.

 

7º Olivo Arena.

La joya de la corona del urbanismo jiennense, una instalación con gran utilidad deportiva y que sierve de autoestima para todos, no es precisamente un ejemplo de accesibilidad. Cualquier partido es un suplicio para los 6.589 espectadores con asiento.