11 oct 2022 / 00:01 H.
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Los orígenes, dos Lucas y una unificación
Es una cuestión de días, pero lo cierto es que la feria de San Lucas es la última de las que se celebran en España en una capital de provincia, y sus festejos taurinos son los últimos de la temporada en Andalucía. Sí, San Lucas cierra España, parafraseando aquella otra frase bélica ¡Santiago y cierra, España!, que dicen se gritaba en las batallas de la Reconquista, puede que en la de Las Navas de Tolosa, aquí mismo, en Santa Elena, hace 810 años.

Pero este grito de “San Lucas y cierra España” jiennense sólo tiene connotación festiva, casi coincidente, sólo casi, con la fiesta del Pilar de Zaragoza (8 al 16 de octubre). Dos días más de festejos aquí, hasta el 18, festividad de quien fuera el más literato de los cuatro evangelistas, y el más prolífico en el Nuevo Testamento, con su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Santificado, su fiesta es el 18 de octubre. Es el primer Lucas de esta historia. La otra advocación es política. Y el personaje se llamó Miguel Lucas de Iranzo, Condestable de Castilla en el reinado de Enrique IV, uno de los hombres influyentes de la época. Se ha dicho, y escrito, que el condestable puso la fecha del 18 para la feria por su onomástica, aunque en realidad la feria se celebraba en agosto, durante 5 días, cuando se conmemora la Virgen de Agosto, gracias a un privilegio de Enrique IV firmado el 23 de junio de 1453. Faltaba un lustro para que apareciera por Jaén el condestable, personaje, por lo demás, de muchos ángulos y encrucijadas. Al menos eso dicen los escritos colgados en varios portales de la red, encabezados por la inefable Wikipedia. Era la fiesta grande y se celebraba también, dice la tradición, una fiesta menor de ganado en octubre. El caso es que la feria tiene el nombre del santo evangelista y se celebran, como se encarga de recordar la cartelería oficial, en honor del condestable.

No hay leyenda sin una catástrofe. En la historia que nos ocupa fue una peste en 1805 —siempre aparece una epidemia—, obligó ese año a aplazarla y se celebró en octubre coincidiendo con la feria menor de ganado. La peste pasó y ambas ferias, la de agosto y octubre, convivieron hasta mediados del siglo XX, aunque en 1833 la Real Sociedad Económica de Amigos del País propuso hacer en octubre una gran feria de agricultura y ganadería con festejos importantes.

La celebración en octubre no llegó hasta mediados del siglo pasado. Había feria de ganado, atracciones, bailes y, por supuesto, toros. La automoción fue arrinconando el ganado, en carreteras, calles y en los campos. Así que hoy no hay feria de ganado, pero sí carruseles y otras maquinarias de divertimento, casetas, puestos de comidas y bebidas, bailes, conciertos y, por supuesto, si el tiempo lo permite, toros.

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Del Portillo de San Jerónimo a La Vestida
Hasta instalarse en el recinto ferial permanente “Alcalde Alfonso Sánchez Herrera”, en La Vestida, la feria ha tenido varias ubicaciones. Desde el Portillo de San Jerónimo hasta un gran solar, o descampado, donde luego se construiría la Escuela de Magisterio y, justo enfrente, el desaparecido campo de fútbol de La Victoria. Ya en 1953 se instaló en el Arche, con sus escalinatas y esas dos torres vigías que identifican su iconografía, en carteles oficiales y dibujos para suplementos especiales como lo que hacían en Diario JAÉN Manuel Serrano Cuesta o Julio Gámez. Solares, almacenes y locales vacíos, además de carpas, albergaban las casetas en una zona delimitada por la carretera de Granada, la Avenida de las Cruces y el propio Portillo.

La feria iba a más, como la población de Jaén y sus visitantes. El Arche se quedó pequeño, y se trasladó provisionalmente a un lugar poco adecuado, la explana de Renfe, cuando el Bulevar ni imaginaba ser dibujado en plano. Hasta que se construyó el nuevo ferial en La Vestida y con él llegó la modernidad dispuesta en varias plataformas, con luminarias singulares, calles delimitadas y asfaltadas, y muros de nuevo cuño entre los que se esparcen las atracciones feriales, los puestos de venta y las casetas de consistente esqueleto metálico y cubiertas de plástico. nada de carpas de loma a la vieja usanza, para siempre en el recuerdo del Arche o de Renfe, embolsando lluvia y casi vencidas por su peso cuando jarreaba agua del cielo.

Y en la vestida bulle ya la feria desde este sábado, con el pórtico iluminado por cientos de bombillas y un gentío con ganas de divertirse tras los dos años duros de la pandemia del coronavirus. Otra cuenstión es dilucidar si los bolsillos dan para once días de asueto.

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La feria de ganado, el cine, el teatro
las ferias de ganado que se celebran ahora son sectoriales y selectivas, con caché y en recintos feriales muy específicos, como debe ser en estos tiempos de sinergias y globalización. El origen de la feria, de cualquiera de ellas, estuvo en los encuentros para el trueque, el intercambio, la compra y la venta. El ganado lo era casi todo, como la rueda al carro. La feria de Jaén en agosto era también de ganado; es más, había otra menor con caballerías, mulos y burros fundamentalmente, en octubre. Hasta los primeros años de este nuevo siglo se mantuvo una testimonial presencia del ganado por San Lucas, pero del esplendor en sus inicios daba fe el contingente de ganado que a las afueras, en lo que luego fue la carretera de Granada. Allí exhibían entre choques de manos salivadas para cerrar el trato rocines y mostrencos. La vieja fotografías que ilustra el reportaje es una evidencia.

Si el ganado era una atracción, que hubo que sacar del casco urbano para evitar molestias en una ciudad siempre pequeña pero que crecía, en las ferias de los 60 y los 70 el teatro también tenía gancho. No era un teatro cualquiera; era, ni más ni menos, que el Teatro Chino de Manolita Chen. Huelgan comentarios, porque de maduros trajeados venían llenos los autobuses de Montijano y Ureña hasta la capital para acercarse a ver el espectáculo de las chicas de la señora Chen. En plan familiar, más comedido para la época, se venía de los pueblos a comer churros; a ver, como mucho, el Bombero Torero y, quizá, alguna película en el Lis Palace, por ejemplo. Y los más pudientes, una corrida de toros.

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De caseteo, tapas y copas
La caseta es el templo de la feria, de día y de noche, para tapear, beber cerveza, comer y cenar; también para tomar copas. Esta especialización fue una incorporación relativamente moderna. Zona de casetas tradicionales con su jamón, lomo, raciones de pescado, marisco o carne y sus paellas, incluso migas. Y recintos con otra estructura y concepto menos ergonómico y menos familiar, como el de las copas con “alpiste”, premium o nacional, que se dice ahora. Las casetas, además de la municipal que cumple un papel institucional; son el punto de encuentro de familias, colectivos profesionales, grupos de trabajo, sindicatos, partidos políticos, cofradías y asociaciones.

Hay nombres emblemáticos que se mantienen con fidelidad, sorteando dificultades, contra viento y marea, a lo largo del tiempo. La de Diario JAÉN, además de su correlato del Trepabuques, es la más veterana que queda en pie, ininterrumpidamente, desde 1985. Desde entonces ha atendido a la sociedad civil jiennense, a sus estamentos políticos y económicos, a colaboradores, anunciantes y corresponsales en un encuentro anual que es un clásico de San Lucas y que, como ocurrió en 1987, depara alguna sorpresa. Ese año bajó a la caseta del periódico en el ferial Joaquín Sabina, que había ofrecido el pregón de la feria, y compartió un buen momento con los que allí se dieron cita.

Entre las más veteranas hay nutrido grupo de casetas (en columna las siete más veteranas según el registro municipal disponible) cuyos nombres son santo y seña en San Lucas. Otras antiguas han cedido la paso del tiempo y sus avatares, incluso algunas hacen un “Guadiana” mediatizadas por sus circunstancias. Entre las que siguen en pie hay nombres sonoros y reconocibles, además de la del periódico: Amigos de los Viernes, El Palio, El Albero o la Hermandad del Rocío, entre otras.

No todo el universo gastronómico de la feria está en las casetas. Los puestos de turrón, de coco cortado fresco a remojo en agua, las garrapiñadas, los asados de patatas, más recientemente las hamburguesas, los vinos dulces de Cariñera en vaso corto y con canuto de galleta, completan una genética en la que subsisten al imperio avasallador de la caseta.

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Los toros
No hay San Lucas sin corridas de toros ni edición de la feria donde la afición taurina no sienta cierta congoja por la amenaza de lluvia. El sambenito que se colgó en tiempo inmemorial sigue latente: anuncias toros en Jaén por la feria y llueve. No es tan fiero este microclima como lo pintan, aunque ha chafado expectativas no pocas tardes en una plaza que remonta sus orígenes a mediados de siglo XIX. Los toros por San Lucas y la historia del coso de La Alameda están jalonados de hitos. La plaza actual es obra del arquitecto Antonio María Sánchez. Su estructura se alza sobre la plaza originaria, inaugurada el 15 de agosto de 1847, cuando la regían los hermanos Camará, un apellido con lugar propio en la historia de los festejos taurinos españoles. Se reestrenó esta plaza otro 15 de agosto, en fiestas, de 1848. Se lidiaron toros de Plácido Comesaña y se vistieron de luces El Chiclanero y Nicolás Baró. El cronista no ha podido encontrar razones de por qué no fue una terna, como es habitual. La plaza podía albergar a 6.500 espectadores. Actualmente, su aforo es de 10.500. La actual, proyectada por Antonio María Sánchez, vivió su primer festejo el 18 de octubre de 1960, por San Lucas, aunque aún no estaba terminada. Torearon Pedro Martínez, Pedrés; Gregorio Sánchez y el fino torero linarense Víctor Quesada. Oficialmente, el coso se inauguró el día de San Lucas de 1962 con Diego Puerta, Paco Camino y Palmeño.

Desde entonces no ha habido figura del escalafón que no haya pisado su albero. El gran hito de la plaza no fue por San Lucas, precisamente. Tuvo lugar el 13 de junio de 1971. Para la posteridad, el festejo se conoce como “La corrida del siglo”, retransmitida a todo el mundo por televisión a la hora tampoco taurina de las nueve de la noche. Anticipó los ajustes y estrategias que hoy dominan en el fútbol, porque, entre otras razones, 10.000 norteamericanos esperaban esa hora sentados en el Madison Square Garden de Nueva York para seguirla en directo. Torearon Santiago Martín, El Viti, aquella estatua elegante; Manuel Benítez, El Cordobés, la antítesis del salmantino, y un torero de época, singular, el linarense José Fuentes, clásico por donde manda los cánones.

Han pasado 51 años y este sábado, si el tiempo lo permite, porque la autoridad no tendrá ningún problema, harán el paseíllo otros dos toreros de época, también singulares. Tauroemoción, la actual gestora de la plaza, cerró a Morante de la Puebla y Alejandro Talavante. El primero repite después de una corrida en San Lucas 2021 que aún recuerdan los aficionados por la expectación que levantó, cumplida en buena parte. Completará la terna Emilio de Justo, siempre fuerte en el escalafón. El domingo, toreo a caballo con los rejoneadores Sergio Galán, Leonardo y Lea Vicens. Sólo dos festejos que dejan al aficionado con ganas de más, porque lejos están los tiempos en los que se daban hasta 6 festejos, como en la feria de 2007, aunque parece que fue antes de ayer, pero no debe pasarse por alto desde entonces dos crisis de gran calado nos han zarandeado y de ellas no se libra tampoco el toro.

Hay otro hito cercano, este mismo año, el 12 de junio. Reapareció José Tomás, otro diestro de época que genera mitomanía y que abarrotó la plaza colocando el nombre de Jaén en todos los noticieros del mundo donde tiene arraigo la tauromaquia. Después de tres años sin pisar un ruedo, el torero de Galapagar no puso la plaza boca abajo, pero el entusiasmo fue inusitado. Hay que recordar también que en 1998 se inauguro una cubierta móvil, que resultó después un fiasco, porque el viento que baja de los cerros circundantes, que siempre hay que tener en cuanta, dieron buena cuenta de ella y nunca más se montaron. Torearon en aquella ocasión Enrique Ponce, Jesulín de Ubrique y el jiennense Juan Carlos García, en sus buenos tiempos, cuando Vicente Zabala y Joaquín Vidal, los dos maestros de la crónica taurina contemporánea, ponderaban sus cualidades y faenas. En el 50 aniversario del primer paseíllo, en San Lucas 2010, toreó de nuevo Ponce, acompañado de Julián López, El Juli, y José Carlos Venegas. Este año se conmemora con los festejos anunciados el 60 aniversario de su inauguración oficial.

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Las Chilindrinas, conciertos, espectáculos y otros menesteres
Además de casetas, comidas, atracciones y toros, San Lucas desarrolla actividades de feria muy apreciadas, aunque algunas se han perdido también con el paso del tiempo. Por ejemplo, los saltos de hípica. Pero si hay una tradición, que no es inmemorial pero sí entrañable, es la de Las Chilindrinas, esas estrofas impresas en folios que se cuelgan en la Plaza de San Francisco, junto al palacio de la Diputación, atrevidas, jocosas, satíricas, conmemorativas, e inspiradas en las caricaturas del gran José Villar Casanova, Vica. Píldoras de buen humos en pequeñas dosis. O el concurso de pintura rápida, en el que hicieron méritos no pocos talentos, entre ellos el también grande de las artes jiennenses Miguel Viribay.

Sin baile, conciertos y orquestas tampoco hay feria. Desde las míticas Fusanc y Zodiaco a la pujante Gran Rockset han toca para jiennenses y visitantes. La feria ha ofrecido carteles de conciertos con los nombres más grandes de la canción española; también del pop y del rock. Este año actúan Fangoria, con Alaska; Las Nancys Rubias, con Mario Vaquerizo, y 091, el 14 y 15 de octubre en el Auditorio de La Alameda.

Los conciertos ofrecen la oportunidad, que no es baladí, de ver a grupos y figuras del momento y ha pasado muchos por San Lucas. Desde clásicas como Rocío Dúrcal y Rocío Jurado hasta Raphael, Ana Belén y Víctor Manuel, Sabina, Bosé, La Unión o Gabinete Caligari, entre muchos otros. Y, por supuesto, nuestros Apache. En conciertos, modas musicales, y espectáculos también se va escribiendo la historia, usos y costumbres de este tiempo.

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Cierra quien abre el festejo: Pregoneros
Se busca personaje del mundo de la cultura, las artes, el deporte, incluso la ciencia, para pregonar las fiestas. Esta es una de las elecciones importantes de una feria. San Lucas ha tenido más pregoneros que pregoneras. Muchos recuerdan aún el pregón de la actriz Rosario Pardo en 2000, o de la periodista Carmen González (2010). Preferentemente jiennenses o muy vinculado a Jaén, continuaría el anuncio, aunque a veces no se cumple a rajatabla tal condición. A San Lucas también la han pregonado, en tiempos recientes entre el siglo pasado y el actual, el cantante Joaquín Sabina (1987), el periodista radiofónico Carlos Herrera (1991), los actores y humoristas capitalinos Santi Rodríguez (2006) y David Navarro (2007), el escritor Jesús Tíscar (2008), el profesor Manuel Parras (2011), el futbolista Manu del Moral (2011), el también futbolista y entrenador Juan Antonio Albacete Anquela (2012), el gran cronista y estudioso de Jaén Vicente Oya (2015), Apache (2018), el primer chef “Michelín” jiennense Pedro Sánchez (2019) y este sábado el pregón ha sido de otro chef, David Pascual. Al fin y al cabo, de comida va también esta historia. En 2020 y 2021 no hubo pregón por la pandemia del coronavirus, aunque el año pasado se celebró con restricciones una fiesta, más que una feria, pero sin pregón, ni fuegos artificiales, otro clásico para el fin de feria.

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Las 7 casetas más veteranas de San Lucas

 

 

1.- Diario JAÉN.

 

 

2.- Amigos de los Viernes.

 

 

3.- El palio.

 

 

4.- El Albero.

 

 

5.- Hermandad del Rocío.

 

 

6.- El Perdón.

 

 

7.- La Circunstancia.

 

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