Hay rincones que pueblan la provincia de Jaén convertidos en focos de atracción por el grado de misterio que encierran tanto entre sus paredes como al aire libre, porque no hay nada escrito cuando la palabra magia aparece impresa con letras de oro. Son cada vez más los sucesos paranormales que salen a la luz en una tierra donde lo oculto está de moda y, como tal, se incluye en las guías turísticas de todo el mundo. Algunos se pueden calificar como históricos y otros como novedosos. Asesinatos rituales, extraños avistamientos en el cielo, sucesos extraordinarios, fantasmas, misteriosas apariciones y otros grandes enigmas completan la relación de relatos que atraen las miradas de grandes investigadores. En edificios, en el campo, en pasadizos subterráneos... El lugar también cuenta en la Jaén más misteriosa.

Caras de Bélmez

Es el fenómeno paranormal más mediático en todo el mundo. Se encuentra en una vivienda de Bélmez de la Moraleda, propiedad de la ya fallecida María Gómez Cámara, donde persiste desde el 23 de agosto de 1971, el día que apareció, por primera vez, una figura humana en forma de mancha. Hubo intentos de tapar aquellas incipientes apariciones surgidas en el cemento, pero otras nuevas se sucedían con los años, para sorpresa de sus moradores, hasta llegar a contarse por centenares. Fraude, invención o realidad, lo cierto es que bajo la casa aparecieron restos humanos que databan aproximadamente del siglo XIII. El municipio, enclavado en la comarca de Sierra Mágina, se llenó de gente llegada de todas partes para comprobar con sus propios ojos el fenómeno. En su época de más auge, hubo fines de semana en los que se acercaron hasta diez mil personas. Hoy hay en él un Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez, todo un atractivo turístico.

Parador de Santa Catalina

Domina el cerro de Santa Catalina, en la capital, un incomparable Castillo acompañado de un Parador Nacional. El edificio, que mantiene una estructura espectacular con capacidad para ser divisado desde toda la ciudad, guarda un misterio en una de sus habitaciones. Se trata de la 22, la 401 tras la rehabilitación de este espacio turístico, donde varios de los huéspedes alojados en ella aseguran que han experimentado fenómenos paranormales. Los testimonios, entre los que se incluyen trabajadores, afirman que han sentido la presencia de alguien invisible que llora, anomalías eléctricas, descensos de temperaturas o puertas y cajones que se abren y se cierran solas.

Dos fantasmas en una misma manzana

En la Plaza de Santa María de Jaén se concentran dos historias de fantasmas convertidas en “trending topic”. En 2012 saltó una noticia, publicada por este periódico, en la que varios agentes de la Policía Local anunciaron la investigación de una supuesta aparición que causaba desasosiego a una de las mujeres encargadas de la limpieza. Ellas, lo mismo que varios trabajadores considerados veteranos, aseguraron que veían un niño vestido de traje de comunión que se paseaba por los pasillos del Ayuntamiento, un edificio construido sobre el antiguo Palacio Montemar. Las investigaciones de fenómenos paranormales se sucedieron desde entonces, lo mismo que justo enfrente, en la Catedral, donde hay quienes aseguran que ven, repetidamente, a un niño de corta edad vestido con ropa propia de los años treinta del siglo pasado. Los investigadores centran sus pesquisas por la zona de la antesacristía, sacristía y cripta.

Casa del Santo Custodio

Es un lugar de peregrinación enclavado en la Hoya del Salobral, en el término municipal de Noalejo. Ángel Custodio Pérez Aranda, más conocido por el “Santo Custodio”, nació el 8 de septiembre de 1885. Desde que era un niño acostumbraba a visitar, en un cortijo de Frailes, a Luis Aceituno, conocido como el “Santo Luisico”, quien está considerado el primer hombre de la comarca en recibir “la gracia” de Dios. Dice que fue él quien la heredó y, después, el “Santo Manuel”, residente en la aldea castillera de Los Chopos. Entre los tres formaron una trilogía muy viva de milagros, relatos y devociones entre todos los habitantes de la zona que, lejos de menguar, crece y se transmite de padres a hijos. Ángel Custodio sanaba imponiendo las manos sobre la zona afectada, también mediante soplidos y usando papel de fumar a modo de píldora que después el enfermo tomaba con agua de la fuente que él bendijo. La cueva donde él oraba es, hoy en día, lugar de veneración junto con su casa y su tumba, por muchos fieles que buscan ayuda.

Cruce del Pilar de Moya

Son muchos los testigos que cuentan que han visto siluetas o personas en mitad de un cruce de la carretera conocida como “Pilar de Moya” (A-321), situada en el término municipal de Torredonjimeno, cerca de Porcuna. Algunos afirman que son apariciones como consecuencia de tantos accidentes mortales que se suceden desde los años veinte del siglo pasado hasta la actualidad, aunque predomina la imagen de una “niña” en mitad del cruce. Nadie quiere hablar de ello, porque aseguran que hacerlo conllevará consecuencias nefastas. Cada encuentro tiene unas características propias, como si el fenómeno decidiera mostrarse de una manera especial a cada testimonio, pero hay un elemento común: todo sucede en el mismo rincón. Se trata de un misterio que está justo en la provincia y que parece no ser invención de una sola persona.

Sendero de los Muertos

Discurre por la Sierra de Cazorla y aparece, en la actualidad, en las principales guías de senderismo. Cuenta la leyenda que, entre los siglos XVII y XX, la senda por la que transita un precioso recorrido tenía el uso exclusivo de una siniestra comitiva que se encargaba de recuperar a los cadáveres de los ciudadanos fallecidos en el interior de la sierra. Cuando se sabía de algún fallecimiento, cuando se echaba a alguien en falta en su aldea durante determinado tiempo, un grupo de encapuchados partían desde el municipio de La Iruela en su búsqueda. Las antiguas creencias sobre espíritus y ánimas no permitían que los muertos fueran enterrados fuera de tierra santa, por lo que todo fallecido en el lugar debía ser recuperado y enterrado en el antiguo cementerio. La comitiva hacía el trayecto de noche para no toparse con vecinos por el camino, lo que vaticinaba alguna desgracia para el desafortunado que se cruzara con la comitiva de la muerte.