Jaén tiene 66 millones de olivos. Un mar que inunda los 97 municipios de la provincia y que es la punta de lanza de la economía jiennense, ya que muchas familias viven del olivar y, por ende, el resto de la sociedad. Y es que, de una campaña oleícola buena o una mala dependerá el resto de sectores productivos. Pero para dar respuesta a los millones de toneladas de aceituna que genera el olivar, se necesita de las cooperativas y almazaras, en definitiva, del molino de toda la vida. Es vital para la extracción del aceite y por ello, Jaén cuenta con 173 cooperativas, siendo un único sector productivo que está presente en los 97 municipios de la provincia, creando empleo y economía a los jiennenses.

Origen: La unión frente a los abusos
Hay que retroceder tres siglos atrás para saber de dónde proceden las cooperativas, cuando en plena Revolución Industrial comenzaron a unirse los trabajadores, hartos de “engaños” por parte de los grandes empresarios. De esta manera, a través del cooperativismo vendían su producto a precio de mercado y repartían los beneficios entre los socios. Era una nueva fórmula de operar que llegaba desde la clase obrera, por lo que supuso una verdadera revolución en la economía. Además, para reflejar que este modo de operar era leal y diferente al que se hacía, los cooperativistas propusieron siete principios, los cuáles regirían en las sociedades cooperativas: Libre ingreso y libre retiro; control democrático; neutralidad política, racial y religiosa; ventas al contado; devolución de excedentes; interés limitado sobre el capital y educación continua. Una forma de operar que copiaron los agricultores y crearon las cooperativas agrarias, a finales del siglo XIX, con el objetivo de hacerse fuertes y buscar una mayor rentabilidad. Unas premisas que hoy en día siguen vigentes y son por las que luchan los agricultores a diario, así como desde Cooperativas Agro-alimentarias de Jaén, que tienen como principal objetivo la representación y defensa de los intereses de estas entidades de la provincia.

Mala campaña a la vista
La campaña de recolección de la aceituna ya está marcha con la cosecha temprana y la extracción del aceite verde. Una temporada oleícola que va a ser muy corta y que las cooperativas se van a enfrentar a dos cuestiones para generar beneficios. La primera es ¿cuándo abrir? Los expertos aseguran que la aceituna viene más tardía, que unido a la poca que hay en el árbol, todo hace indicar que las cooperativas abrirán sus puertas más tarde de lo habitual; la segunda pregunta que se harán será ¿cuándo cerrar? Y es que, los elevados costes de producción, con la subida de la energía, hace que mantener abierta la cooperativa durante meses –como ocurre en otras campañas- pueda ocasionar pérdidas millonarias a las entidades, por lo que las almazaras no mantendrán mucho tiempo sus puertas abiertas. Con todo ello, esta campaña 2022-2023 se presenta con muchas dudas a la vista y con el interrogante de la duración de la misma, ya que como el mismo presidente de Cooperativas Agro-alimentarias en Jaén, Higinio Castellano, afirma, puede ser la temporada oleícola que menos tiempo estén abiertas las almazaras de la historia, vaticinando una apertura en la última decena de noviembre y para Año Nuevo o Reyes, estar ya cerradas.

La sequía deja al campo sin aceituna
El año hidrológico 2021-2022 ha dejado 444 litros de media en la provincia, una cifra muy pobre si se compara con la media de los últimos 25 años, que está sobre los 616 litros. Por este motivo, debido a la poca agua que ha caído desde el 1 de octubre de 2021 hasta el 30 de septiembre del presente año, el panorama del olivar es desolador. No hay apenas aceituna en el árbol y muchos de los olivos ni se recogerán. De hecho, el olivar de secano está prácticamente sin fruto y solo se salva el de regadío, aunque también está notando esta sequía, ya que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir está limitando los riegos por el bajo nivel de los embalses, que se encuentran a menos del 20%. Con este panorama, el aforo aportado por la Junta de Andalucía a comienzos de octubre deja claro que la afección de la sequía en la cosecha, ya que habrá un 60% menos de producción de aceite en la provincia de Jaén, con un total de 200.000 toneladas, lejos de las casi 500.000 que se produjeron el año pasado. Así, hay una previsión de recogida de 937.000 toneladas de aceitunas que tendrán que molturar las almazaras. En relación al empleo, la Junta estima que la actividad ligada al olivar de almazara genere en esta campaña 13,8 millones de jornales en Andalucía, de los cuales casi el 36% se vincula a la recolección (5 millones de jornales).

Las ventas de aceite y su precio, de récord
El mercado del aceite de oliva está en el mejor momento de los últimos años, generando beneficios para los agricultores y para toda la cadena del sector, ya que la comercialización de la última campaña ha sido de récord, con más de 1,6 millones de toneladas vendidas. Por poner en contexto de la dimensión de este dato, solo hay que recordar que la producción de aceite en la última cosecha se quedó en 1,5 millones, por lo que se vendió más zumo de oliva del que se produjo. Todo ello, además, viniendo de la campaña 2020-2021, que también fue récord, dejando un enlace de poco más de 400.000 toneladas. Con todo ello, se puede observar que el sector oleícola goza de muy buena salud, su consumo está aumentando, aunque este año se enfrenta a otra realidad: ¿Cómo satisfacer las necesidades del cliente con una cosecha baja? Habrá que esperar cómo transcurre la campaña de comercialización y cuánto aceite quedará al final de la misma. Lo que sí es cierto y relevante es que las cooperativas están vendiendo el zumo de oliva, en origen, por encima de los cinco euros. En las últimas semanas, el precio medio del virgen extra estaba a 4,61 euros el litro; el virgen se vende a 4,47, mientras que el lampante, a 4,36. Unas cifras que crearán riqueza en los agricultores y que supone una nota positiva en esta campaña, ya que el poco aceite que hay, se venderá a un precio muy alto.

La nueva PAC, a la vuelta de la esquina
El nuevo reglamento de la Política Agraria Común (PAC) entra en vigor el 1 de enero y estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2027. Llega con novedades, sobre todo en busca de la conservación del medio ambiente, que ocupará buena parte de las ayudas, ya que se destinará un 23 % del presupuesto de la PAC para llevar a cabo prácticas agrícolas o ganaderas beneficiosas para el clima y el medio ambiente, a través de los denominados ecorregímenes. Además, introduce una simplificación del modelo de regiones, que pasa de 50 a 2, englobadas en 5 grupos: tierras de cultivo de secano, tierras de cultivo de regadío, cultivos permanentes, pastos permanentes y región balear. En definitiva, los agricultores y ganaderos españoles van a contar con más de 4.800 millones de euros anuales en ayudas directas, de las que un 61% irán destinadas al apoyo a la renta (a través de la ayuda básica y el pago redistributivo), un 23% a los ecorregímenes, un 14% a ayudas asociadas para ciertas producciones y actividades ganaderas, y un 2 por ciento para el pago complementario a jóvenes.

El mal endémico del olivar

Los agricultores son luchadores por naturaleza, ya sean en sus labores diarias en el campo o en la calle para reclamar sus derechos. En este sentido, el sector oleícola nunca está contento al cien por cien y sufre una enfermedad crónica, ya sea por los precios de venta del producto, por la PAC, los aranceles de Estados Unidos o, como ocurre en estos momentos, por los altos costes de producción. Así, históricamente se han sucedido las manifestaciones a lo largo y ancho del territorio jiennense, andaluz y español, e incluso se llegó a Bruselas en los años 90. Todo ello para luchar por la viabilidad del olivar, para que sea rentable y, en definitiva, para defender de lo que viven y comen. Así, con sus tractores, los agricultores han alzado la voz e inundado las calles para reclamar justicia. Miles de olivareros lo han hecho a lo largo de la historia y así seguirá. Está en su ADN.