Un adiós con razones

Daniel Campos regresa hoy a las aulas como profesor de Historia después de un periplo político en el que hizo lo que pudo por su tierra desde el lugar en el que le tocó estar. Esta es su trayectoria

07 nov 2022 / 17:29 H.

Hay ocasiones en la vida en las que resulta saludable y políticamente correcto cerrar una puerta, siempre sin la retranca puesta, por razones que incluso pueden no tener explicación. La vuelta a una realidad construida por uno mismo siempre es la opción más acertada cuando algo camina por derroteros que lo más probable es que a lo único que conduzcan es a la soledad. Sirva la perorata para introducir una despedida, que no será un final, protagonizada por quien fue cantera y promesa del Partido Socialista en la segunda ciudad más poblada de la provincia. Daniel Campos López (Linares, 1979) se retira de la primera línea, sin más cera que la que arde, después de una trayectoria en la que tuvo en sus manos, incluso, ser alcalde de su tierra.

Empezó a desmenuzar el gusanillo de lo público en los movimientos universitarios hasta que, en 2007, debutó como concejal en el Ayuntamiento minero con Juan Fernández como líder entre los líderes. Era el más joven de una Corporación Municipal en la que hizo lo indecible en Patrimonio Histórico, Juventud y Escuela Taller, tres áreas en las que puso los puntos sobre las “íes” con éxitos como la declaración de Cástulo como Conjunto Arqueológico, un lugar en el que llegaron a trabajar hasta un centenar de voluntarios, y la recuperación de un edificio del siglo XVI como es el de la Casa de la Juventud. Profesor de Historia en las Sagradas Escuelas de la Familia, aparcó su profesión para dar rienda suelta a esa vocación de servicio público que descubrió con la política como herramienta de gestión. Repitió experiencia en el siguiente mandato con carteras como Escuela Taller, Patrimonio Histórico y Sanidad y Consumo en las que impuso la moda de la participación ciudadana y, a la tercera legislatura, llegó una oportunidad irresistible. No había pasado un año cuando Daniel Campos recibió la encomienda de parlamentario andaluz, un salto a otra forma de hacer política en la que hizo lo que estuvo en su mano para aprender de quienes verdaderamente podía aprender. En Sevilla vivió los años del duro cierre de Santana Motor o el conflicto eterno de los Expedientes de Regulación de Empleo y amplió la mochila de la sabiduría con amistades imposibles de olvidar, como las de Luis Pizarro, Luciano Alonso y Antonio Sánchez Villaverde, que, en cierto modo, no eran la mejor recomendación por quienes le tenían el ojo echado desde Jaén. Fue una etapa complicada y, a la vez, ilusionante.

Lo que llegó después no fue cosa de coser y cantar. El alcalde de Linares, Juan Fernández, en su carrera por continuar al frente del Partido Socialista en Linares, abrió la espita del congreso en la que, a tenor las consecuencias de expulsión y sentencias condenatorias que todavía colean en los juzgados, más vale que no hubiese sido protagonista. Fue entonces cuando la dirección provincial encomendó a Daniel Campos la complicada tarea de encabezar la candidatura a las elecciones municipales de 2019, una cita con las urnas con más espinas que rosas en la que, sin embargo, consiguió que la suya fuera la lista más votada. Los astros se alinearon para que no fuera alcalde y, mediante un pacto que funcionó lo que funcionó, los de Ciudadanos, con Raúl Caro-Accino al frente, consiguieron la Alcaldía que hace pocos meses cayó en manos, mediante moción de censura, en el socialista Javier Perales. Así de rocambolesco es el escenario en el que el hasta ahora concejal y diputado provincial Daniel Campos se desenvolvió en su último mandato, marcado por un problema de salud mental que reconoce abiertamente y por evidentes diferencias con la oficialidad de un partido en el que no se reconoce. Hoy vuelve a las aulas, regresa a lo suyo para poner cada cosa en su lugar y, aunque amenaza con volver, continuará haciendo política en los movimientos sociales de una ciudad a la que quiere por encima de muchas realidades. Una despedida con razones.

Un adiós con razones

El movimiento de Macarena Olona atrapa a la edil Salud Anguita

El de Salud Anguita es uno de los casos más misteriosos que ocurren en política. Se trata de una concejala del Ayuntamiento de Jaén, que ocupa el escaño y la portavocía de Vox cuando el partido de Santiago Abascal, mediante expediente sancionador, la suspendió de sus derechos como afiliada, además de inhabilitarla para desempeñar cargo o función en esta organización o en representación de ella por un periodo de dos años. Estuvo de baja médica un tiempo y, al regresar, ocupó el mismo lugar que dejó haciendo caso omiso, tanto ella como el equipo de Gobierno, a las directrices de la dirección nacional de Vox, en base a las manifestaciones “injuriosas y difamatorias” realizadas frente a uno de sus afiliados, Francisco José Alcaraz. Eso sí, no fue la candidata en las elecciones autonómicas y, a tenor de las evidencias, tampoco lo será en las próximas municipales. Sin embargo, ella busca su hueso y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se suma al movimiento creado por Macarena Olona con su presencia en el primer acto público celebrado en una provincia, Jaén, después de la presentación de su proyecto en Madrid. Allí estuvo Salud Anguita, no en primera fila, pero como si lo fuera.

EN CORTO. Francisco Sánchez del Pino encabeza “Jaén sí puede”

Las elecciones primarias celebradas en el seno interno de los partidos de la izquierda en Jaén dejan fuera de juego al actual portavoz de Unidas Podemos en el Ayuntamiento de la capital, Javier Ureña, y sitúan en primera fila a Francisco Sánchez del Pino. La militancia elige al candidato de Podemos como cabeza de lista a las elecciones municipales con el partido “Jaén sí puede, un proyecto abierto a todas las asociaciones, agrupaciones y partidos políticos que quieran sumar y sumarse a trabajar por un modelo de ciudad feminista, solidario, democrático y social. El objetivo no es otro que devolver a Podemos el protagonismo que perdió en los últimos procesos electorales frente a otras siglas que recogen también el sentimiento en el que emergió este movimiento: el 15-M.