Silencio en la sala
El expediente “Paisajes del Olivar” sigue petrificado en el Ministerio de Cultura y, previsiblemente, morirá por inacción política de la Administración que tiene que dar el paso y no lo da
Es recomendable, cuando la madeja de hilo tiene más nudos que una tienda de corbatas, desliarla por completo y empezar el ovillo de nuevo. El enrevesado proyecto para convertir los “Paisajes del Olivar” en Patrimonio Mundial de la Humanidad merece comenzar desde el principio para un análisis certero en el que importan hasta los interesados silencios. Vamos al lío. El proyecto tiene como titular la Diputación Provincial de Jaén, que creó, hace más de una década, una Comisión Institucional, con implicación social y de las administraciones públicas, que es la que toma las decisiones en un largo camino de trabajo que, por el momento, tiene pocos frutos. La capacidad impulsora está clara y es manifiesta, pero la que tiene las competencias para la tramitación de la candidatura que camina hacia la Unesco es la Junta de Andalucía. Palabrita del Ministerio de Cultura. ¿Qué ocurre? El 29 de abril, el dueño del expediente jurídico y administrativo de “Paisajes del Olivar de Andalucía. Historia milenaria de un mar de olivos” sometió a votación la retirada y la aprobó por unanimidad. Lo hizo después de la campaña emprendida por agricultores, con respaldo de alcaldes, cuyas tierras están incluidas en el componente catorce, y último, y las zonas de amortiguamiento. El telón de fondo es que nadie quiere ver coartados sus derechos de propiedad y, a tenor de las circunstancias, hay temor de que libertad para hacer cada uno lo que quiera con sus olivos no habrá si, finalmente, se protege el terreno en cuestión. El caso es que la Diputación elevó la decisión al Ministerio de Cultura y, sorprendentemente, recibió la negativa por respuesta. ¿Por qué? Porque la que tiene autoridad para solicitar la marcha atrás de la candidatura, en forma de patata caliente, es la Junta de Andalucía.
Hay dos grandes fundaciones que están incluidas en la comisión institucional de impulso y que siguen con la intención intacta para conseguir su propósito: Juan Ramón Guillén y Savia. Dicen fuentes con capacidad para saber de qué va esto que sus responsables han pedido al presidente de la Administración autonómica, Juanma Moreno, que se esté quietecito mientras recaban apoyos para continuar adelante con el expediente y, además de parado, han logrado que esté callado, porque todavía no ha dicho “esta boca es mía” por más que haya quienes le pregunten. El Ministerio de Cultura sigue a la espera de ese escrito formal que no ha llegado, a día de hoy, por más que los delegados provinciales de Agricultura, Turismo y Cultura y Ordenación del Territorio, hayan recibido la consigna de decir que sí, que ya está realizada la petición de retirada de la candidatura. Hay tres meses de plazo para hacerlo, aunque las circunstancias adversas en torno al proyecto obligan a pronosticar que caerá por su propio peso, sin necesidad alguna de mover un solo dedo para matar al muerto. Sirva de ejemplo que el viernes pasado fue el último día que había para pagar los 44.000 euros que tenía previsto abonar la Diputación con el fin de que los evaluadores de la Unesco pudieran visitar la provincia. Este mismo mes, además, hay que plantear los espacios protegidos ante el Consejo Internacional de Monumentos y Sitio (Icomos) y no habrá quien lo haga... Y, mientras tanto, la maquinaria política sigue en funcionamiento. Se encargó Francisco Casero, presidente de la Fundación Savia, de mover entre la izquierda el cotarro y, después de presentar mociones en los ayuntamientos, Sumar presentó en el Congreso de los Diputados, la semana pasada, una Proposición No de Ley que fue aprobada gracias a la abstención del Partido Popular. ¿Qué pasará con la patata caliente? Silencio en la sala.

Bienvenida al coronel Evaristo Jaime Gutiérrez del Castillo
Había tres nombres sobre la mesa y, al final, la balanza se decantó por un hombre de la tierra, linarense de nacimiento y de corazón, para relevar a Manuel Martín Porres al frente de la Subdelegación de Defensa en Jaén. Evaristo Jaime Gutiérrez del Castillo toma hoy posesión de su cargo, a las once y media de la mañana, en el edificio del Gobierno central en la capital, situado en la Plaza de la Libertad. Pertenece al cuerpo de Infantería de Marina y su último trabajo estuvo en la sede del Ministerio de Defensa en Madrid, organismo que tiene proyectado en la capital jiennense la construcción del Centro Tecnológico de Desarrollo y Experimentación (Cetedex), llamado a revolucionar social y económicamente la provincia. A él le tocará dar continuidad a una infraestructura en la que su antecesor creyó desde el primer momento y, aunque nunca quiso hacer declaraciones por respeto a la disciplinada institución a la que representaba, entre bambalinas infundió las bondades de un proyecto que sigue su curso y que, aunque tiene marca socialista, todos los partidos están obligados a sumarse por el bien de la ciudadanía. No puede haber pasos hacia atrás en algo que es bueno para los jiennenses necesitados de buenas noticias.
EN CORTO. ¿Por qué se critica la continuidad de los proyectos?
Uno de los principales males que tiene Jaén, que son unos cuantos, es la acumulación de proyectos inacabados con inversiones millonarias de las que nadie se responsabiliza. Es el tranvía el mayor ejemplo, lo mismo que el parque acuático o el aparcamiento de La Alameda. El problema siempre estuvo en la alternancia, es decir, en la paralización de las iniciativas cada vez que cambia el equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de la ciudad. El Partido Socialista, sin embargo, basa ahora su crítica al Partido Popular y a Jaén Merece Más de “vivir de las rentas” del mandato anterior, cuando eso es precisamente lo que tienen que hacer unos y otros, acabar con los proyectos en marcha, independientemente de su sello político.