La crisis del BlaBlaCar

04 nov 2019 / 12:46 H.

No es que haya crisis en este moderno sistema de transporte que ahorra costes, socializa y regala compañía. La crisis está en la política, esa que deja vía libre a sus representantes para que hagan de su capa un sayo con dietas totalmente injustificables. La transparencia en las cuentas de la que todos, sin distinción de siglas, hacen gala en los últimos tiempos, con portales en internet en los que pinchas con el ratón del ordenador y aparecen sus cuentas y sus hipotecas, carece de algo tan básico y permisivo que evidencia el oscurantismo en las dietas. Los sobresueldos fijos y periódicos de sus señorías para comer, dormir y viajar no tributan y, sin embargo, sí cuentan en las cesantías que cobran al dejar el cargo. El uso de la plataforma BlaBlaCar de quienes acuden al Parlamento de Andalucía, por ejemplo, abre un debate que los propios diputados cerraron a cal y canto cuando alguien intentó dar el golpe en la mesa. Un jiennense se convierte en protagonista de una polémica que tiene mucho más trasfondo que el titular de una dimisión.

José Luis Cano, el líder de Izquierda Unida que abrazó la fe de Podemos, fue el segundo andaluz en cesar como parlamentario, por iniciativa propia, ante el escándalo que ocasionó el almeriense Andrés Samper, de Ciudadanos, por el uso de BlaBlaCar para viajar a Sevilla. No está bien utilizar vehículo propio, cobrar a los pasajeros acompañantes y recibir complementos en el sueldo por el kilometraje. Resulta incompatible una práctica que, sin embargo, no está regulada en ningún papel y que, en todo caso, ejemplifica la dimisión. Fue este diputado andaluz de Adelante Andalucía quien, a través de las redes sociales, puso sobre la mesa la necesidad de modificar el sistema para que el ciudadano deje de desconfiar en los políticos. El problema es que, cuando a todos beneficia, resulta difícil abanderar y respaldar una iniciativa que supone echar piedras sobre tejado propio.

Está claro que el sistema de dietas y complementos salariales del Parlamento de Andalucía es un bolsillo oculto que parte en unos cuantos pedazos la nómina de los “actores” en varias cantidades fijas, semanales y mensuales. El propio José Luis Cano admitió que cobraba 480 euros por kilometraje cada mes, además de una cantidad fija a la semana de 340 euros por “ejercicio de actividad parlamentaria”. Dos conceptos que sumaba al sueldo base de todas sus señorías. No es un secreto. El régimen económico está en la página web. Hay un salario base de 3.197 euros y una serie de complementos. Algunos, en función del cargo, desde los 1.627 euros de la presidencia a los 186 euros de los secretarios de comisión. Otros, bajo el concepto de “gastos de viaje y desplazamiento” que da cabida a todo. Se abonan 0,25 euros el kilómetro, un dinero que se paga mensualmente tomando como referencia la distancia de la provincia del diputado al Parlamento en Andalucía, situado en Sevilla, y una aproximación a la asistencia a plenos y comisiones. Se percibe de forma automática, sin justificante previo, aunque, por ejemplo, el domicilio del protagonista en cuestión no esté en su provincia de origen sino en la capital andaluza. Nadie lo comprueba.

No se trata, sin embargo, del único “sobresueldo”. Hay otro que quedó aprobado al comienzo de la legislatura: indemnizaciones para que los diputados puedan ejercer su trabajo “con dignidad”. Se trata de una cantidad redundante, de entre 200 y 500 euros, que va directamente relacionada con la distancia que hay de la sede parlamentaria a la residencia habitual. Se cobra a la semana, independientemente de la actividad. Y, otro más, las cesantías, escudadas en que los políticos no tienen derecho a paro como cualquier hijo de vecino. Son los ángulos oscuros de las retribuciones que, ahora, salen a la luz pública.