En primera fila

No fue el alcalde, como anfitrión de la ciudad, quien dio la bienvenida al acto de presentación del Centro Tecnológico de Desarrollo y Experimentación (Cetedex) del Ministerio de Defensa. Le tocó al presidente de la Diputación Provincial de Jaén el cometido, con permiso concedido para abandonar la corbata en una carpa convertida en sauna, a pleno sol, en el polígono fantasma que ya no es tan nuevo. Sin embargo, allí estuvo Agustín González, invitado “in extremis” y con un cuestionado protocolo en el que no habló ni la ministra, quien se limitó a un “canutazo” ante los medios de comunicación sin admisión de preguntas que pudieran empañar tan importante acontecimiento. Esto va en serio. El Gobierno central tiene toda la carne puesta en el asador de una iniciativa llamada a revolucionar la economía y la sociedad jiennense y está claro que todas las administraciones y organismos públicos y privados no tendrán más remedio que subirse al carro para no quedarse atrás. Es como el tren que nunca llega y, si una vez osa hacer parada y fonda entre el desierto de infraestructuras, hay que estar preparado para subir, aunque sea en el último vagón.

Margarita Robles, con licencia para aterrizar en el estadio de La Victoria, presidió la segunda puesta de largo de presentación ante la sociedad del Cetedex. Lo hizo con una visita al mismo lugar en el que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció hace diecinueve meses la buena nueva en forma de revelación de un secreto de los de verdad. Acompañada de la secretaria de Estado de Defensa, Amparo Valcarce, pisó el suelo en el que se alzará el campus principal, 80.000 metros cuadrados por parte del anterior equipo de Gobierno del Ayuntamiento de la capital, porque hay que recordar que Julio Millán, sentado ahora en la tercera fila, fue quien estuvo en la primera cuando se abrió este sabroso melón. La idea es que quede para el común de los mortales la marca PSOE y, aunque no hay más que ver la foto en el escenario, el futuro de esta tierra dependerá de todos, independientemente del signo político, por lo que habrá que hacer lo que hizo la consejera de Salud, Catalina García, cuando llegó tarde al acto y vio la silla de Francisco Reyes vacía, sentarse. Lo dice el refranero popular, el que se fue a Sevilla... La Junta de Andalucía, convidada de piedra, tendrá que currarse su protagonismo, porque los ciudadanos jiennenses, como el resto del común de los mortales, necesitan cariño y, en cuestiones referentes a deudas históricas y discriminaciones, cariño institucional, sin más marcas ni historias de ida y vuelta que demostrar el camino andando.

El proyecto no ha hecho más que empezar y, sin embargo, avanza con el ritmo deseado. Hay un solar para empezar los movimientos de tierra; está en marcha la Oficina Provincial de Atracción de Empresas Inversoras, con implicación empresarial; existe una Cátedra con la bendición de la Universidad de Jaén y el Isdefe (Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España), y está firmado el convenio entre la Diputación y el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial) para la construcción del campo de pruebas. Estos son los principales hitos en un corto espacio de tiempo en el que incluso salieron a flote las primeras licitaciones de suministros por seis millones de euros. La provincia tiene disposición absoluta para que la defensa española tenga en Jaén su espacio de experimentación y desarrollo internacional, un valor añadido al aceite de oliva que puede convertir a esta tierra en un referente en la modernización de unas fuerzas armadas que, con 56 conflictos declarados en el mundo, son más necesarias que nunca. Es un proyecto de todos. Con protocolos o sin ellos.

Deben pensar quienes mueven los hilos de la Junta de Andalucía, desde Sevilla, que no hay quien entienda a los jiennenses, que por un lado piden con fuerza la creación de un Conservatorio de Danza y, por otro, se enfadan cuando la consejera de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, Patricia del Pozo, anuncia el proyecto. Quizás es que no estaba en el guion de la visita al instituto de Santa Catalina tan repentino anuncio, que hizo que hasta el socio de Gobierno del Partido Popular en el Ayuntamiento de la capital, Jaén Merece Más, se ausentara en tan importante. No estuvo Manuel Carlos Vallejo con Agustín González, como mandan los cánones protocolarios, en la visita al terreno y, mientras tanto, se encargó de echar támaras al fuego para avivar las llamas del descontento de la plataforma que lucha por la creación del Conservatorio de Danza. Interpreta el colectivo el anuncio como una marcha atrás hacia un punto de partida que significará más retraso y más promesas incumplidas, cuando lo que busca la Administración autonómica —al menos de cara a la galería— es un espacio adecuado para impartir esa enseñanza arreglada. Quizás les faltó invitar a los representantes de la plataforma y dialogar con ellos.

Ya está resuelta la gestión que la Junta de Andalucía estaba obligada a hacer entre el atronador silencio con respecto a la candidatura a la Unesco de “Paisajes del Olivar”. El 2 de julio presentó su escrito formal ante el Ministerio de Cultura para trasladar la decisión de la comisión institucional que dio impulso al proyecto: la solicitud de su retirada. Es mera transmisora la Administración autonómica en un asunto que tuvo voz y voto y, en este sentido, estaba obligada a dar el paso que dieron otros tras el enfado de los agricultores de La Campiña. Ahora no queda otro camino que empezar la casa por los cimientos hasta llegar al tejado y conseguir una declaración universal que será beneficiosa para toda la provincia de Jaén.