El tren de la indiferencia
Pasan los años, pasa la vida... y los servicios ferroviarios con salida y llegada en alguna estación de la provincia van de mal en peor sin que los políticos se remanguen y los ciudadanos también
Están en todos los programas electorales confeccionados cada cuatro años, es la única infraestructura con capacidad para poner de acuerdo a los representantes políticos a la hora de solicitar inversiones a diestro y siniestro, es la que verdaderamente tiene la potestad de la vertebración territorial, el servicio que puede atraer empresas para generar empleo y riqueza y el instrumento para que la provincia esté en el mapa nacional de las buenas comunicaciones. El tren, esa batalla perdida en una tierra abocada al ostracismo, se convierte en noticia día sí y día no ante la ausencia de una apuesta seria por una red acorde con lo que merecen los jiennenses y quienes están obligados a pisar Jaén y sus pueblos. Esquivan y huyen de quienes pagan sus impuestos como todo hijo de vecino sin conseguir a cambio las prestaciones de las que gozan otros ciudadanos del mundo en sintonía con las bondades comunicativas propias del siglo XXI. Una vergüenza.
La paciencia de los jiennenses clama al cielo. Acostumbrados a trayectos superiores a cinco horas para viajar de Jaén a Madrid, con nocturnidad y alevosía, se conforman los usuarios con el coste cero de los abonos por más que duelan los huesos y el tiempo se detenga entre los vagones. Nadie tiene la culpa de que, en cuanto chispea, el servicio se detiene. Sin rechistar. Está normalizada una situación que provoca hasta simpáticas escenas como conciertos en directo entre grupos de jóvenes que nada orgullosos deben estar del ferrocarril que les acompaña en sus vidas terrenales. Los billetes de tercera división, no precisamente por el coste que conllevan, tienen hora de salida en la mítica Estación de Atocha, en Santa Justa, en San Bernardo, en la tacita de plata... pero es una sorpresa la de llegada, un viaje de los que no se olvidan jamás si, además, caen cuatro gotas de nieve durante un recorrido de auténtico vértigo por un paisaje único. Una vergüenza.
Esto es política. Ni es una cuestión empresarial ni es cuestión echar la culpa al que tenemos al lado, en femenino o en masculino... Es cuestión de responsabilidad, de coger el toro por los cuernos y de plantear un proyecto serio, anclado en la voz de los expertos, para abandonar de una vez por todas la retahíla del abandono, el ninguneo y la dejadez de las comunicaciones de una tierra que tuvo prestigio ferroviario en los anales de la historia y que, ahora, se conforma con lo “vintage”. Ya no vale el tuneado de los vagones para hacer pensar al común de los mortales que esto es el modernismo. Alguien tendrá que dar un golpe en la mesa para que otros se den cuenta de que esto no se puede permitir. Aburre escribir siempre de lo mismo sin que ni siquiera haya reclamaciones en las ventanillas de las cerradas estaciones a cal y canto, porque ya nadie pierde el tiempo en plasmar en un papel la queja, la protesta, la crítica bien fundada. Los pasajeros del tren están en modo avión. Una vergüenza.
No se trata de dar detalles de trayectos más o menos acomodados en vagones dispuestos perfectamente para la jubilación, pero que bien valen para un viaje a Jaén. Se trata de zalear al político de turno, a mover los cimientos de las administraciones que tienen más o menos competencias en la materia y a movilizar al ciudadano que tiene interiorizada la indiferencia por más horas que pierda, precisamente, en el tren. Lo que más sonroja es ver cómo se cuelga el cartel de “no hay billetes” cuando los asientos están vacíos por culpa de una estrategia “abonística” para atraer viajeros en la que está claro que algo falla. Una auténtica vergüenza.
El adecuado uso de las redes sociales desde cualquier rincón
Son los alcaldes los políticos que más expuestos están a los sinsabores de un día a día que tiene en la resolución de los problemas de sus vecinos la única satisfacción. El mérito es enorme para quienes, además, tienen esa vocación de servicio público sin pedir nada a cambio, renunciando, incluso, a un sueldo y compaginando su trabajo privado con las labores de gobierno municipal. Sin embargo, hay ocasiones en los que alguno saca la “patita del tiesto” y deja en mal lugar a sus homólogos, como ocurre en un municipio de la provincia de Jaén que más pronto que tarde saldrá a la luz pública. Usar las redes sociales del Ayuntamiento en beneficio propio no es lo más ético, por más que duela un hijo y por más poder que una persona pueda llegar a tener con el bastón de mando en la mano. El respeto a la institución pública debe prevalecer y, sobre todo, el decoro a la hora de atacar a otros responsables políticos, independientemente del signo que representen, por cuestiones de índole privada que, además, tienen unas cuantas aristas. Las redes sociales, bien utilizadas, son un instrumento perfecto para la información desde el balcón que ofrecen los ayuntamientos, con la mirada puesta en la representación que tiene un alcalde.
EN CORTO. De brazos cruzados en la España Vaciada
Hubo serios intentos de retomar la posibilidad a aunar esfuerzos entre asociaciones relacionadas con la España Vaciada en la provincia y, sin embargo, todo está ahora en punto muerto. La salida de Jaén Merece Más de la plataforma, en las tensiones que generaron las últimas elecciones autonómicas, contribuyó a la división interna en el seno de colectivos que nacieron con la intención de luchar por fijar la población a sus territorios a través de la reivindicación de inversiones públicas y privadas que contribuyan al congreso. Dicen que cuando se apacigüen los ánimos políticos, habrá quien tome de nuevo las riendas de la conocida como plataforma Levanta Jaén. Habrá que ver quién se pone al mando de ella.