El teléfono descompuesto
Justo el día que se barruntaban cambios en el seno interno de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz y Catalina García respaldaron en Jaén el pacto que mantiene a Agustín González en la Alcaldía
Parten desde Sevilla, llegan a Madrid y se extienden hasta Jaén, en forma de eco, las voces que entonan melodías de cambios en la política autonómica en el ecuador de la legislatura. Se escucha de todo y se presagia algo parecido al juego del teléfono descompuesto, o el “escacharrao”, mediante el que los mensajes originales se desvirtúan hasta lograr la carcajada del respetable. El caso es que se barrunta una reorganización del equipo de Juanma Moreno en Andalucía y, en la trastienda de San Telmo, suenan las alarmas de empezar la reforma de la casa antes de las vacaciones. Esto no es nuevo en política. La tendencia de dejarlo todo manga por hombro se convierte en un instrumento de fortaleza que ayuda a disipar comentarios en el regreso de un descanso que viene bien al común de los mortales. Nos situamos en el viernes de Santa Ana, y San Joaquín. Todas las miradas estaban puestas en la consejera de Salud y Consumo, Catalina García, permanentemente en un sinvivir por culpa de la lluvia de críticas que recibe la sanidad pública.
En los contornos de su tierra había tranquilidad absoluta, convencidos de la ausencia de movimientos en este caluroso momento, pero en otros, los que discurren por las provincias en las que sí hay autovía y ferrocarril, daban por zanjado el asunto con un apresurado Consejo de Gobierno en el que había, incluso, relevo preparado. La agenda de Antonio Sanz, consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa de la Junta de Andalucía, se hizo de rogar en los prolegómenos, porque ni siquiera los anfitriones daban por cerrada su visita al Banco de España, allí donde Rafael Moneo verá convertida su obra jiennense en una fábrica de videojuegos. Repleta de significado estuvo su presencia en el territorio natal y natural de la consejera con cupo jiennense, un espaldarazo a su carrera política que está en el aire cómo y cuándo terminará, porque ya se sabe cuál es la teoría del melón cerrado. La salida de Carmen Crespo de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible obliga a una reestructuración que muy pocos conocen y que, sin embargo, todos saben. La presentación pública del nodo digital “El Banco” hizo que las miradas, que estaban puestas en Catalina García, se tornaran hacia Agustín González, el alcalde de Jaén, también con el alma en vilo cada vez que suena la flauta de una moción de censura.
Está claro que Jaén Merece Más no está contento con el devenir del pacto que propició el cambio en el Ayuntamiento de Jaén y, ante los ritmos descompasados de ruptura en el estreno del otoño, quiso mediar Sevilla con Antonio Sanz como protagonista. No es que salieran muy convencidos los “independientes” de la reunión, pero al menos se aplacaron los humos que, con altas temperaturas, encienden la llama en las redes sociales. Incontrolable. En octubre se verá cómo acaba lo que empieza regular. El “quid” de la cuestión está en el Fondo de Convergencia. A ver quién, cómo y cuándo resuelve el problema. Mientras tanto hay quienes mueven los hilos para retomar conversaciones con el Partido Socialista. José María Mesbailer y Manuel Barrionuevo utilizan la llamada del comodín, la de mayor altura, para intentar forzar la maquinaria política directamente con Ferraz. No hay respuesta al segundo intento de flirteo y, en realidad, tampoco existe necesidad. Entre tantos dimes y diretes en el seno interno de un equipo de Gobierno complicado, Julio Millán, que fue quien ganó las elecciones y no pudo gobernar, asiste al espectáculo diario sin despeinarse. El juego del teléfono escacharrado continúa. Atentos.

Pancartas por los suelos para exigir la autovía entre Jaén y Córdoba
Por los suelos. Así amaneció una de las pancartas que el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, mandó poner en los lugares más visibles de la A-306, la carretera que une Jaén con Córdoba a través de Torredonjimeno-El Carpio. Está claro que, cuando media la política, hay ciudadanos que quedan eclipsados hasta el punto de olvidar que hay reivindicaciones que son de todos, porque a nadie le puede amargar un dulce, por más que engorde. Las dos provincias vecinas, convertidas en las únicas de toda la comunidad de Andalucía que no están unidas por un trazado como Dios manda, necesitan una alianza, despojada de siglas, para conseguir una autovía que acorte tiempos y gane eficacia por el bien común de jiennenses y quienes nos visitan. La pancarta no es de Miguel Moreno, que aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid como buen político que es —el alcalde que, porcentualmente, más respaldo consigue de toda España en las elecciones municipales— sino de todos los jiennenses y cordobeses que tienen en la A-306 un cuello de botella antes, ahora y, tal y como va la “cosa”, por muchos años más. Bienvenidas son las obras de mejora, pero si llegan para quedarse para siempre, no será buen camino para Jaén.
EN CORTO. El eterno Gaspar Zarrías
Quisieron los astros judiciales alinearse para que el todopoderoso Gaspar Zarrías pudiera respirar “meridianamente” tranquilo tras una sentencia del Tribunal Constitucional que retira parte de los nueve años de inhabilitación para cargo público, en aquella condena por prevaricación en el “caso ERE”. Lejos de achantarse, el político jiennense, una figura clave para la provincia entre finales del siglo XX y principios del XXI, continúa una lucha colectiva desde el rincón que él mismo se ha labrado, el de la Abogacía. Su papel de coordinador entre los letrados que defienden a los exaltos cargos de la Junta involucrados en una maraña judicial de gran voltaje político fue clave en la última década. Gaspar Zarrías sigue siendo un referente del socialismo. Eso no hay quien se lo pueda quitar.