De brazos cruzados
Representantes de partidos políticos y de administraciones públicas esperan desbloquear proyectos e iniciativas paralizados por culpa de la evidente inminencia de unas elecciones generales
Así está la provincia, Andalucía y España. De brazos cruzados. El bloqueo del Gobierno central tiene sumidas las sedes de los partidos y las administraciones públicas en una prolongada paralización de grandes y pequeños proyectos que dependen, en estos momentos, de la aparente inminencia de una nueva convocatoria electoral. El regreso al curso político, cuando todos aprovechan para el borrón y cuenta nueva, alarga la agonía para aquellos que querían impulsar un cambio, porque así lo reclama la militancia, quienes no tendrán más remedio que esperar a la primavera para que florezcan las ideas. Habrá que pasar el duelo de unas urnas, esperar a que todos tomen asiento y, después, mover tantas fichas como haya que mover. Sirva de ejemplo el Partido Popular. Suenan tambores de guerra incluso desde antes de las municipales y, sin embargo, la disciplina obliga a todos por igual a esperar a que escampe entre tanta tormenta. Lo mismo ocurre en Ciudadanos, donde el descontento con el “aparato” en un buen puñado de alcaldías es generalizado.
El caso es que la retahíla de ofertas y contraofertas de Pedro Sánchez, el eterno presidente en funciones, y Pablo Iglesias, el imposible socio de Gobierno, tiene tan deterioradas las relaciones entre el Partido Socialista y Podemos que resulta tremendamente difícil un entendimiento que impida la repetición de las generales el 10 de noviembre. Serán las cuartas elecciones en cuatro años y, a pesar de las presiones recibidas por parte de unos y otros altos cargos y excargos, parecen ya irremediables. Solo un milagro puede salvar a los españoles de una cita con las urnas que lo único que consigue es incrementar el hartazgo ciudadano con la denostada clase política.
Y, entre tanta espera, hay quien aprovecha el tiempo para recomponer un puzle con piezas repartidas por todos los rincones. Susana Díaz, la secretaria general de los socialistas andaluces, entra en el complicado trance de asumir que tiene cuatro años por delante para estar en la oposición y que, ante la evidente pérdida del pulso electoral, no le queda otra que unirse al enemigo en una trascendental alianza con Ferraz que hasta debe tener extrañado al protagonista de esta historia. La victoria de Pedro Sánchez y la pérdida de la Junta de Andalucía acerca posturas entre dos compañeros de viaje que están llamados a entenderse tras una estrategia de enfrentamiento que, hoy en día, se antoja suicida y que supone un ejercicio de supervivencia política en toda regla. En el camino quedarán otros y otras que fueron uña y carne y que pasarán a la historia de este capítulo político como dianas de una crisis pasajera. Sirvan como ejemplos Mario Jiménez y, algo más cerca, la jiennense Ángeles Férriz.
El “quid” de la cuestión está en que hay que estar preparados para, dentro de cuatro años, retomar el Gobierno andaluz perdido. Hay quienes están convencidos de que Susana Díaz es la mejor opción, aunque cada vez son más los que abonan el terreno a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Estar cerca de Ferraz es, sin lugar a dudas, la única alternativa en un contexto en el que ni los mejores analistas se atreven a dar un pronóstico. Lo que sí cobra fuerza es que habrá elecciones generales y, después, vuelta a empezar. Por cierto, hay quienes están convencidos de que en el futuro Gobierno de Pedro Sánchez, si es que consigue formarlo, hay un jiennense que jugará un papel especial. Se habla de la vicepresidencia para Felipe Sicilia, el número uno de la candidatura socialista por la provincia Jaén el pasado 28 de abril. En las imágenes siempre está pegado al “padre” y, en la vida real, también. Lo que quedará por ver.