Todo lo es, primero de todo: Linares

Ha recorrido medio mundo, por no decir el mundo entero de la mano de la cultura, con la poesía y la literatura como armas con las que conquistar la decencia y no le ha ido mal, porque se le cita como autora en universidades de España y de Hispanoamérica, también de Europa y de Asia y de África, que su currículum dice mucho de su ganas de salir y de entrar, de empaparse por entero de las sociedades a las que llega para quedarse aunque sea en un trozo de su inmenso corazón. Diríamos de ella que todo lo es, todo lo ha sido y todo lo será, porque no deja de embarcarse en proyectos literarios, vengan de donde vengan y tengan el sello que tengan, ella no sabe decir no si de letras se trata. Pero eso sí, siendo ciudadana del mundo, con una única bandera, la de la humanidad y la buena gente, hay algo que trasciende y su piel se embadurna minera y de Andrés Segovia, de Raphael y de Palomo Linares, del arte universal de Belín y de Curro Díaz, también de su Lolo (Manuel Lozano) a quien quería y quiere con locura. Dicho de otra forma, por encima de todo, ella es de Linares y muy de Linares. Allí se crió y se empapó de las más bellas historias de una ciudad en su apogeo económico que también tenía esquinas y allí estaba ella tras el mostrador de la tienda de Ultramarinos de su padres para fiar siempre y en todo momento a las familias que lo necesitaban. Conversadora a la que se escucha embelesado, sabia como las verdaderas maestras de la vida, las que enseñan sin que te des cuenta, nuestra querida Francisca Rubio Gámez fue un tiempo directora del Instituto Cervantes en Roma, menudo cargo, que ni anillo al dedo para ella, que aparte de dar voz y vida a nuestro idioma universal, cuidaba cada día el árbol del patio del centro, nada menos que un olivo. “Juanito, vente un día que verás que olivo tenemos en Piazza Novona” y Juanito, un servidor, pues nunca fue y lo tiene como espina clavada en sus debes más puñeteros, esas cosas de lo urgente por delante siempre de lo importante, lo contrario que Fanny, con quien se para el tiempo, a quien la noche se le hace día y el día noche entre libros y entre amigos, contados por legión.