Siempre aceituneros altivos
Entrega de fin de mes del “señor Jota” perplejo por la falta de mano de obra para la aceituna > Se viene diciendo, como el cuento de “Pedro y el lobo”, pero se nos olvida > Todo irá a más
Hay quien dice que la culpa es del Gobierno, también, por la política permanente de subvencionar a quien no quiere trabajar. Y sea como fuere y de dónde viniere, el caso es que sólo se habla de una cuestión en los pueblos, sólo de una, amén de las cosas de la casa y los atranques futboleros en la barra del bar. “No encuentro gente, no hay forma, por más que busco y llamo, todos me dicen que no, no sé qué voy a hacer para coger la aceituna”. Es como un soniquete que va de calle en calle, de esquina a esquina y no deja de aporrear las puertas de las cooperativas. Dícese a sí mismo “el señor Jota” que llegados estos lodos, el barro nunca será el mismo de siempre. El don más preciado este mes de noviembre es tener la tranquilidad de que cuando llegue la hora, vamos a tener quien nos recoja los olivos de la familia. Se puede hablar de ansiedad incluso, porque esta cosecha es más mejor de la que nos dice el propio Gobierno, que estimó a la baja, quizá para que no cayera en picado el precio. Olivos preciosos, ramas boca abajo por el peso y la inquietud de si podremos cogerla cuando esté madura y haya rendimiento o se caerá al suelo y lo peor llegará cuando liquidemos en la coooperativa.
Mira que tiene amigos el “señor Jota” que siempre le dicen lo mismo, si no fuera porque las olivas (en femenino plural) las sembró mi abuelo y vienen de la familia, las vendía, esto es un agobio, siempre les tengo que poner dinero. Pero nunca lo hacen. Cambia todo y el marchamo de la calidad es determinante para la recogida, antes daba igual, una cuadrilla iba de olivar en olivar de diciembre a marzo, a destajo incluso, pero ahora dejamos hecho trizas el refranero: “El que coge aceitunas antes de enero, deja el aceite en el madero”, o sea, que por adelantar, el olivo no madura su fruto. Olivos cargados, aceituna buena y sin braceros, menudo estribillo de pueblo en pueblo, olivarero a olivarero... Así las cosas, entre que hay que recoger antes y que nadie (exageración supina) quiere pasar fatigas en el campo, los tajos vacíos, llenándose de inexpertos jornaleros de otros países. En una década vamos a pasar de 60 a 80 millones de olivos. “¡Qué penas tan ilustres son las penas, que se padecen en la serranía!” escribía Miguel Hernández, creador del inmortal “Andaluces de Jaén”. Al “señor Jota”, veterano relator de estampas jornaleras, recuerda, con desmemoria política y sin nostalgia, cómo la Andalucía sevillana y pobre se procuraba el año con los 3 meses en un cortijo de Jaén aporreando olivos y pasando fatigas no, lo máximo... “Tienes la piel/ color verde de aceituna/ veo en tu cara de luz/ un reflejo de la luna/ duende del mar/ me ha hechizado su mirada/ llévame hacia ese olivar/ donde tiene su morada”, qué canción de Seguridad Social.
Que no hay jornaleros para recoger la aceituna, no se habla de otra cosa.
La estampa del invierno en Jaén era de braceros de pueblos sevillanos por familias.
Óscar Wilde, escritor inglés: “Y de repente colapsó el verano en el otoño”.
> ¡No se pierdan los paisajes de noviembre el cualquier rincón!
María José del Jesus y Maite Martín, catedráticas UJA: “Jaén tiene un potencial tremendo en Inteligencia Artificial. Hay gente de Jaén en comités científicos a nivel nacional e internacional”.
> ¡Nuestra UJA!
Andrés Rodríguez, director general Macrosad: “Es el momento de dar un paso más, afianzamos presencia y hacemos bandera de nuestra bandera, la intergeneracionalidad”.
> ¡A por otros 30 años de ideas y vigor!
> Después de pasar un susto, superado con poderío y convicción, se ha brindado para ser útil a su partido, pero no lo llaman...
> No deja de hablar en pretérito imperfecto, convencido de dónde viene, pero está convencido de que no le dejarán “llegar”.