Que siga lloviendo, no hay otra

Tenemos el cielo encapotado desde hace semanas y es ahora cuando llueve, diríase que de verdad, pero nunca como antes. Algo está pasando, que ya ni llueve cuando llovía, ni con la misma ‘música’ que permitía llenar veneros y cebar pantanos. Llueve, a veces que da susto, no hay más que ver los noticiarios y, desde luego, que no nos queda otra que rogar al cielo para que siga lloviendo, como quiera y cuando quiera, pero ahora, nubes arriba y agua en el suelo, porque la cosecha está echada por alto y nos jugamos la que viene. Si alguien duda de la importancia del olivar para nuestra economía es porque quizá quiera fomentar el sector del plástico, que da empleo a miles y miles de jiennenses, además, empleo de calidad y con seguridad, pero es que la aceituna es algo más que una dedicación. Sin olivares, la provincia se despuebla; sin jornales, los pueblos van a pasar un duro invierno.

Las nubes seguirán con mayor o con menor intensidad en la descarga, pero la semana pinta bien, aunque nunca llueve a gusto de todos y quien no haya empezado la recolección de aceituna porque estaba dura de varear o ha atendido antes la tan de moda cosecha temprana, tendrá que esperar. El campo empieza a verdear, casi a mediados de diciembre, pero ya toma color y los animales dejan de comer solo grano y pienso que ponen de su bolsillo los ganaderos. Ni que decir tiene lo que agradecen los animales salvajes de Sierra Morena o los de cualquier parque natural esta explosión de vida en el campo que hasta el temporal presentaba una imagen más propia de verano. Sucede con esto de la lluvia que no le echamos cuentas hasta que no sale agua del grifo por las restricciones, de la misma forma que solemos llamar “día de perros” a que no escampe un minuto cuando en realidad todo nuestro ser nace en el campo, toda nuestra vida mana y se sostiene de la agricultura, pensemos lo que pensemos, trabajemos donde trabajemos. Así las cosas, Gloria Fuertes: “Estrellas y luceros,¡/ que se vayan a dormir,/ que llueve por el monte,/ que llueve por aquí./ ¡Ya está lloviendo,/ y las nubes corriendo,/ y la luna en camisa!/ ¡Ay que risa, tía Luisa!”.