Opinión pública, opinión publicada

Hasta el refranero tiene frase apropiada para la situación y es verdad que solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Y lo que está tronando de fuerte, con vientos que rompen burguesías, con tempestades que sacralizan mandatarios y hasta con fuegos políticos abrasadores tiene mucho que ver con el bolsillo de cada uno de nosotros. Se aleja la pandemia, ya estado febril y griposo, y nos adentramos en un mundo desconocido por terrorífico, no tan lejos de España, en Ucrania, se pelea a muerte y fuego, con cuatro millones de mujeres, niños y mayores huyendo a otros países y otros seis millones de ucranianos desterrados en su propio país porque donde vivían ya no hay nada en pie. Hoy el mundo es más triste, muy especialmente porque nunca las guerras acabaron que para eso se fabrican armas, lamenta el “señor Jota”.

La opinión pública está llena de ira y cargada de pesimismo, la opinión publicada habla de guerra y muerte, de precios desbocados y estanterías vacías en los supermercados. No hay término medio, asistimos a un tiempo convulso y desconocido y, lo que es peor, en unas manos impropiamente inadecuadas. “Todos los que parecen estúpidos lo son y, además, también lo son la mitad de los que no lo parecen”; la frase de Francisco de Quevedo y el “señor Jota” la recuerda ahora que no se ha evitado una invasión y una guerra, un genocidio colectivo de un pueblo y la estampida del Estado del Bienestar y sus precios acomodados al rebaño que trabaja para consumir y consume lo que le dicen. Ahí es donde quiere incidir con esta Contracrónica, en el ambiente social que hay, no solo crispado por los transportistas y sus legítimos derechos, por los agricultores y sus cosechas arrambladas de usura o los autónomos que todo lo padecen en silencio y sin más ayuda que la esquina de su mesita de noche. No hay más que darse un paseo por los pueblos de Jaén, adentrarse en el viejo Santo Reino y hablar con la gente; aconseja el “señor Jota” vivamente a la ‘alta’ clase política que le pregunte a sus alcaldes, diques de contención ahora y siempre y les dirán que la cosa no pinta bien. Que la opinión pública no es la opinión publicada y todo no va a suceder como esperan los gurús de la comunicación ni la vida de hoy tiene nada que ver con la que nos cuentan los influencers. “Todo lo vence el hombre, menos el hambre”, decía Séneca hace siglos y atestigua cualquiera que con ojos abiertos y oídos despiertos conviva con quienes tienen miedo, con aquellos desesperanzados y hastiados de la política, con todos cuantos ven en sus propias carnes que el futuro llegará pero el presente se hace cuesta arriba y lleno de incertidumbre e hipotecas.