No todo vale, señor Sánchez (para usted también)

12 nov 2019 / 13:26 H.

A Pedro Sánchez le ha pillado de sopetón el temporal y empapado se queda tras el 10N. Podría decirse que calado hasta los huesos porque fue él quien determinó la convocatoria electoral y nadie más que él tenía todas las claves (y los instrumentos sociológicos) para buscarse un refugio y ponerse a buen recaudo. Ni lo quiso ni lo pretendió porque, además, los tiempos electorales venían a coincidir con la sentencia del Tribunal Supremo sobre los graves acontecimientos de Cataluña del otoño de 2017 y deliberadamente la obvió, nadie sabe por qué, solo él y su círculo político más cercano. Jugó estratégicamente con Unidas Podemos y su escasa cintura en la negociación y, finalmente, la disposición de asumir cualquier “caramelo” por parte de las huestes de Pablo Iglesias únicamente sirvió para escenificar una ruptura que en mayúscula presunción creía darle rédito electoral en unas nuevas elecciones este otoño. Así las cosas, si es que ni lo quiso ni tampoco lo pretendió, cabe pensar que la soberbia del líder de los socialistas le ha jugado, en el argot popular, una mala pasada, que lo contrario, la inocencia y la candidez en los planteamientos, no caben en un presidente del Gobierno de España. No han sido unas elecciones normales y no hay que ser un lumbrera para analizarlas detenidamente y con perspectiva con respecto a la primera cita con las urnas para los andaluces, hace ahora casi 12 meses. Fue Pedro Sánchez parte fundamental de la amarga victoria del socialismo andaluz el 2 de diciembre de 2018 por su complacencia e inacción con el independentismo catalán (transgresor de leyes votadas por todos nosotros, además de xenófobo y vomitivo con los andaluces emigrados hace décadas a Cataluña por hambre) y lo ha sido consigo mismo este pasado domingo, errando en estrategia y valoración de los graves acontecimientos en Cataluña noche tras noche.

No todo vale, señor Sánchez, también para usted: Complaciente con la mesura hasta la desesperación, de lado frente a las noches de fuego y desorden vaya a ser que alguien lo tachara de verdugo de otra época cuando era responsabilidad suya y exclusivamente suya mantener el orden público y la seguridad ciudadana, tras la sentencia, en la comunidad autónoma catalana. Este 10N Cataluña le ha hecho perder la sonrisa del 28A y, lo que es más importante, el crédito ciudadano (prietas las filas de su partido, de momento). Cierto que el PSOE se coloca como único garante en el Estado frente al avance sin fin de la ultraderecha, fenómeno tardío en España pero único, por su dimensión, en Europa. Pero miremos de nuevo a Andalucía y sus elecciones de diciembre pasado, con un efecto corrector en abril, que benefició hondamente a Sánchez, más la cuadratura del círculo de las elecciones municipales que a Jaén, por ejemplo, trajeron un alcalde socialista tras décadas de victorias populares. No cabían más efectos correctores si se convocaba de nuevo a los españoles a las urnas, por impericia y pasotismo de la clase política actual, lo que unido a la pésima estrategia de un partido que nació de centro (el cambiante Ciudadanos) y últimamente gritaba más que la ultraderecha, nos han traído de bruces a la continuidad del periodo más largo de ingobernabilidad en España, con el PP frotándose las manos de una nada desechable convocatoria electoral dentro de otros seis meses.

Acabo con un interrogante de impotencia y desilusión: ¿Qué hemos hecho para merecer esto? Los problemas de España se resuelven con diálogo, cómo no, como todo en la vida, pero sin olvidar nunca la determinación y el rumbo marcado por un Estado democrático y de Derecho. Ha jugado el Gobierno con fuego y se ha quemado, ganando, sí; con solvencia, también, pero sale debilitado del pulso iniciario con Unidas Podemos y, muy especialmente, con mucho voto movilizado de sus contrincantes por la inacción contra la barbarie. Con todo, no hay mal que por bien no venga, este 10 de noviembre de 2019, con los independentistas poniendo toda la carne en el asador y animando a tomar las calles, asaltar todo lo asaltable y provocar el caos un día sí y otro también, no ha ganado las elecciones en Cataluña. Algo es algo.