No podemos abstraernos

Seguramente suba la gasolina y el gas, asistiremos a un tiempo de zozobra mundial con las Bolsas subiendo y bajando desconcertadas y no sabremos qué hacer con nuestros ahorros, también hay que dar por hecho que las empresas españolas con intereses en Rusia necesitarán ser rescatadas por el anuncio del Kremlin de que todos sus bienes serán confiscados, una guerra es lo que tiene, que rompe el establisment y saltan por los aires el Estado del Bienestar y la paz financiera y política. Pero este no será nunca el drama trascendente de una mal llamada guerra, que un país ha entrado a cañonazos y con tanques y aviones en otro y eso, en castellano, es invadir, asaltar al vecino, apropiarte de lo que no es tuyo, lo verdaderamente importante es que muere gente porque otra gente ha decidido poner por encima intereses políticos y territoriales avasallando el más inalienable de los derechos, el de la propia vida. No podemos mirar hacia otro lado, no podemos abstraernos de lo que sucede en Europa, el llamado primer mundo. De nuevo una guerra cerca, de nuevo millonadas en armamento para acabar con gente con la excusa de destruir infraestructuras militares. Qué desproporción de fuerzas, Rusia ha tardado un día en llegar a la capital de Ucrania y asediarla para imponer su ley y su política y un Gobierno títere en un país libre y soberano, al que la Unión Europea ha dado alas de cercanía y amistad para que se alejara en la oligarquía y el zarismo ruso y ahora le deja en la estacada. Pide ayuda Ucrania, piden ayuda los ucranianos y como si no fuese con nosotros, de las declaraciones de no a la guerra, de enfado leve o enfado supremo no pasamos. Y no es que debamos pasar porque sí, es que está muriendo gente que no ha ofendido a nadie, no ha osado enfrentarse a nadie y ahora muere porque sí. Rusia, la eterna Rusia que condiciona siempre el devenir de Europa, se ríe de las sanciones económicas, la ONU no condena la invasión por su derecho a veto y China, India y los Emiratos Árabes se abstienen. Y en la misma Unión Europea, Alemania, Italia, Hungría y Chipre descartaron las máximas sanciones a la Rusia de Putin, que se frota las manos en sangre.