Nadie hablará de nosotros ya muertos

Qué difícil papeleta la del alcalde, certificar la muerte del Real Jaén C.F. o, de nuevo, hipotecar la ciudad a cuentas de un equipo arruinado por quienes llegan siempre para lucrarse. Entre todos lo “matamos” y él solito se murió (soñemos que no)

05 sep 2021 / 16:49 H.

Entramos en trágica agonía, sin aliento, sin sustento, sin el más mínimo hilo de vida que nos anuncie esperanza, el desconcierto es tal que no encontramos el desfribilador ni nadie que sepa lo que hay que hacer, o sí, todos los sabiondos del mundo se han juntado a la vez, todos hablan, cacarean, incluso aúllan, no se escucha nada, todo es griterío, amenazas, insultos, buscadores de medallas que nunca estuvieron cuando hay que estar y políticos venidos a menos que ven aquí su oportunidad de oro para ser recordados después de muertos aunque solo busquen la gloria del momento, pero no, entre todos lo mataron y él solito se murió, la tristeza embarga a la afición, incluso a la ciudad y eso que se veía venir, lo veíamos venir y lo contábamos, sin hacer más que contarlo y volverlo a contar, poniendo dianas, señalando culpables, incluso linchando personas... ¡Qué pena de Real Jaén!

“Qué sencilla es la muerte: qué sencilla, pero qué injustamente arrebatada! No sabe andar despacio, y acuchilla cuando menos se espera su turbia cuchillada” (Miguel Hernández)

Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto y el bolígrafo para certificar la muerte está en las mismas manos de siempre, la autoridad municipal, el alcalde de esta nuestra ciudad con el dinero de todos que no llega nunca para nóminas y está hipotecada la ciudad de nuestros hijos y de nuestros nietos. Así fue, así ha sido siempre, década tras década, solo unas gentes valientes y comprometidas, deseosas de aportar algo a la ciudad en la que crecieron como personas y como empresarios se partieron la cara por el Real Jaén, dejándose media vida con jirones de piel de una afición que no suele distinguir lo bueno de lo malo y siempre busca demonios que quemar en la hoguera cual Inquisición populachera que tira la piedra y esconde la mano, siempre, en todo momento, en cualquier circunstancia, para vivir, tan ricamente en la barra de un bar con el botellín en la mano, de víctimas, con la conciencia lavada y fresca, incluso desafiante pese al entreguismo. Da igual tanto verdugo suelto enfrente, da igual el nuevo circo romano, el de las redes sociales, que echa a a los leones a cualquiera que tenga un dedo de frente o llegue a osar, suicida, con querer arreglar algo. Con el Real Jaén todo vale, cuanto peor, mejor para la jauría de twitter, cuanto más miseria deportiva, más lapidación pública al diferente, al que calla, al que quiere, qué cosas, al Real Jaén y llora con desconsuelo el vómito constante que recibe desde hace tiempo. Ciertamente que con razón la ira, no la violencia, de veras que tenemos lo que nos merecemos, pero qué añoranza de gente decente al frente de la Olímpica Jiennense. Desde aquellos tiempos que hoy les hablo, los años ochenta y el Antequeranazo, solo han venido desastres deportivos y mangancia económica, con sonoras excepciones en lo primero y, hay que decirlo, también en lo otro, porque no todos los presidentes han sufrido robos después de grandes taquillas, no todos los presidentes llegaron a cambio de una ciudad deportiva, un campo de golf o un préstamo usurero... Ahora que todos hablan de ti para llorarte porque estás en las últimas, ahora que sabemos que hay clubs que se salvan porque todos los amantes del fútbol se rascan el bolsillo (crowdfunding en inglés, micromecenazgo en español) menos en Jaén, permítanme los buenos aficionados del Real Jaén que les recuerde a Norberto Orihuela, Narciso Pérez, Joaquín Cortizo, Mateo González, Manuel Jiménez, Enrique Delgado o Amadeo Pérez... ¡Qué turbia cuchillada has recibido mi Real Jaén!