Nadie denuncia el reggaetón

No echarle cuentas a las letras del reggaetón es mejor para vivir acorde con los tiempos, donde la marabunta va de un lado a otro según las modas, según lo que decidan las multinacionales que controlan gobiernos y las casas de discos de antaño y hoy producciones musicales que masivamente consumimos en Apps, Mp3, Wac, Ogg y Flac, cuando antes comprábamos cedés, vinilos y en la prehistoria llorábamos con la cinta de cassette de Manzanita o Roberto Carlos que te vendían en la gasolineras... Cuánto ha cambiado todo, menos una cosa quizá, si la música es transgresión como la cultura, revolución que empapa los sentidos a través de los acordes musicales, las letras de las canciones se convertían en himnos que el “señor Jota” guardaba en el corazón para siempre y ahora el reggaetón es asquerosamente infumable, hasta vomitivo.

No se le suben las canas a la cabeza al “señor Jota” y se hace retrogrado en un santiamén, solo que lleva tiempo dándole vueltas a cómo ningún gobierno de renombre, sea progresista, liberal o mismamente más papista que el Papa ni ninguna asociación de alto copete y pedigrí feminista se lance al ruedo contra esto: “Jalarte por el pelo, agarrarte por el suelo, usarte como escoba, aúlla como loba.” O contra esto: “Ven, lúcete, no me hagas perder el tiempo, dale, ven, que me siento contento, este bicho parece cemento”. Y contra esto también: “Ella es una diabla, ella tiene una mente macabra, me encanta cada vez que me habla y su novio necesita viagra”. Bendito sea Dios si esto es lo que ahora, si se abren las verbenas, escuchemos de fondo, oigamos como soniquete permanente en los descansos de las orquestas, cuando los pinchadiscos den sus conciertos de zumba-zumba y pongas estas maravillosas canciones con profundísimo sentido en sus letras: “Ella quiere sexo, yo bellaquera, darte como una perra, como una cualquiera...” “Tu pusiste el pan yo pongo el hot dog, si viene tu amiga le damo’ a las 2...” “Yo soy su nene, sé que eres el que la mantiene, pero conmigo es que se viene...” o algo sublime, una oda al idioma que universalizó Cervantes: “Mientras yo te toco ahí, ih, ih, la lenguita por ahí, ih, ih, yo te lo hago así, ih, ih, tu encima de ih, ih, ih, y tu gritando así ih, ih, que te castigue así, ih, ih”. En fin, acaba acomplejado el “señor Jota” por no ser tan permisivo como quien lo permite: “Tu ere’ bien puta, es lo que ella busca, se difraza y me ejecuta. Cuando se convierte en puta, que le haga un palde Willy y se lo enjuague por su ruta. Ella sabe con cojones pero se hace la bruta...” Igual de bonito, sublime y pegadizo que esto, grande, grande, del inolvidable Carlos Cano: “¡Vamos niños, pipas, globos y puritos pa’l papá! No sus hagáis los longuis y comprarle ar tito Juan. ¡Venga alegría y jarana que mañana dios dará: Y a ver los barcos venir y a ver los barcos pasar!