La noche uno de las mil y una

No les escribo de un lugar alejado del mundo que vemos en las series documentales de la televisión, no les hablo de un paraje único y tan excepcional que suena a inalcanzable su disfrute, tampoco les quiero contar cómo es ese rincón maravilloso creado expresamente por los publicistas para un anuncio que llame la atención de los consumidores y, por lo tanto, irreal. Les escribo y les hablo, con pasión y exaltación rayana la vehemencia, de un lugar muy distinto de Jaén que una vez en la vida debería ser visitado por los jiennenses, de un rincón accesible y en el que se para el tiempo, mismamente donde se pueden tocar las estrellas o se derraman desde el cielo la misma esencia del universo. Si Jaén es la Cenicienta de Andalucía por sus inigualables rincones, la Sierra de Segura es la gran desconocida del viejo Santo Reino.

Adéntrense en Segura, la baja y la alta, la que pega con Albacete o con Ciudad Real, la que mira desde siempre a Murcia y hace tránsito permanente con el camino de San Juan de la Cruz, pero como punto de partida o guinda del viaje, hagan una visita a los Campos de Hernán Pelea. No se olviden, por favor, me lo agradecerán, sin genero de duda. Hay que tomarse su tiempo y hacerlo con coche apropiado al campo, pero no los dejen atrás porque les da miedo, que no hay miedo que valga cuando viajas a casi dos mil metros, sí, pero en llano, o porque según les cuentan allí no hay ni una sombra, que es verdad verdadera, están pelados cuando de allí salió la madera de los barcos de la Armada Invencible. Cuesta creerlo pero la mayor altiplanice de España tiene su magia mismamente por eso, porque en verano sopla el viento y bailan las estrellas en una danza de Naturaleza sin igual y en invierno, ay en invierno, todo está cubierto de nieve para en primavera darle vida a cinco ríos, cual manantial que surte el Segura, el Aguasmulas, el Borosa, el Zumeta y el granadino Castril. Les confieso que Jaén tiene para mil y una noches de disfrute, pero en primer lugar, para mí, siempre estarán los Campos de Hernán Pelea, junto a La Matea, El Cerezo, Don Domingo...