Jaén también merece ser sanada

Por estas tierras caminó en su mundo místico San Juan de la Cruz a cuyo cántico espiritual apelo en un día como hoy, con hartazgo y desmesura política y cuyo emponzoñamiento es de tal envergadura que solo nos basta una excusa, mínima y recurrente, para quedarnos en casa (las temperaturas casi en bajo cero, mismamente) y no cumplir con la sana obligación de elegir el destino de este país en el que se divisa Jaén muy a lo lejos y alejada de toda las rutas de la modernidad. Es el momento, reiterado en los últimos tiempos por intereses electorales, partidistas y por una evidente falta de cintura política; no hay otra, debemos ejercer el derecho al voto. Así se construyen las convivencias, así se estructuran los Estados democráticos y de Derecho, con el recuento de voluntades de los representados, luego podemos volver a nuestro ensimismamiento habitual, pero con el mismo paraguas de nuestro binestar.

Al igual que San Juan de la Cruz, llegamos exhaustos y temerosos a la cita de hoy, incluso también convencidos de su inutilidad tras una campaña corta como ninguna pero especialmente dañina para la convivencia, muy dañina y muy mentirosa. Quizá por eso y solo por eso, es necesario no olvidar las obligaciones que como ciudadanos tenemos de apuntalar el Estado actual y, por ende la convivencia, haciendo uso de lo que la Constitución nos concede en el mayor periodo de paz y bien. Es de una simpleza que bordea la propia comprensión lectora de la que nos hablaban de niños, pero si votamos agrandamos nuestro derecho a decidir el futuro de nuestros hijos y, si lo hacemos en tiempos convulsos, no podrán venir mesías a salvar su pellejo y dejarnos despellejados, como siempre. Votemos, hay que votar, aunque sea en blanco, aunque la mesa electoral lo declare nulo, pero vayamos a votar. Esta Crónica de la Semana, que nació un lejano 1991, siempre pidió el voto, antes cada 4 años y ahora cada 6 meses, pero esta vez con más súplica, apelando incluso a San Juan de Cruz: ¡Ay, quién podrá sanarme!/ acaba de entregarte ya de vero;/ no quieras enviarme/ de hoy más ya mensajero; que no saben decirme lo que quiero. También Jaén merece ser sanada.