Entre tanta mezquindad y angustia

De ésta nos sacamos nosotros mismos, pero con ayuda y si la ayuda depende de la jauría que chilla a ver quien chilla más en el Congreso... >> Clamar contra la clase política está de moda, pero es que ahora algunos se lo merecen con sobresaliente

19 abr 2020 / 11:03 H.

No es aguantable, para cualquiera de nosotros es un día triste, mucho, un pellizco en el estómago que nos deja sin resuello, sin habla: Confirmados 20.000 muertos por coronavirus en España, o sea, datos oficiales; a saber cuántos serán realmente cuando las diecisiete Españas se pongan de acuerdo con la España centralista y se aclaren a la hora de contar. Porque no sabemos contar nuestros muertos y, lo que es peor, nos hemos echado una carga moral encima que será difícil que una persona decente sea capaz de soportarla sin tinieblas: Hemos llevado a nuestros mayores al peor final de sus días, olvidados y aislados, anatemizados simplemente por eso, por tener años. ¡Con lo que nos han dado! Es casi todo muy mezquino, la política que se pelea con ataúdes en la mesa, pero no recorta sus dietas, quienes van de héroes y de heroínas y dan más que asco, vómito...

No había mascarillas ni guantes ni monos para los sanitarios y siguen escaseando, que vengan protocolos de cómo actuar ante la pandemia, pero de medios poquitos, a cuenta gotas antes y ahora. No es tiempo de buscar culpables, hay que seguir salvando vidas, pero siempre será tiempo de exigir responsabilidades entre quienes nos gobiernan y entre quienes nos representan, a partes iguales. Qué fácil es criticar sin dar soluciones, qué difícil y cuesta arriba se le hace a algunos esto de ser gobernantes electos en tiempos como los actuales. No he visto en mi vida más político escondido que ahora; conste que el miedo es libre, pero una sociedad, en una crisis brutal como ésta, necesita de líderes, de personas con principios que afronten los problemas con determinación y con arrojo, sabiéndose quemados, incluso achicharrados, porque un tropiezo significa muerte y lamento. No están a la altura, no lo estaban, pero con la mediocridad generalizada se tapaban unos a otros; ya es imposible.

Y si quienes nos gobiernan en todos los ámbitos, con excepciones sonoras y plausibles, están a verlas venir y esperando que amaine para sacar su cara bonita, lo de sus mercachifles y chupatintas de alrededor es de campeonato mundial de tontura. Es de una mezquindad supina intentar el sonrojo y el linchamiento público con las familias que, previsoras, se hicieron con mascarillas para los suyos y cuando la política las reparten entre su red clientelar, esas voces que aparecieron frente a los débiles, dando falso ejemplo de coherencia y compromiso social y ciudadano, ahora callan y vuelven a callar. Evidentemente porque forman parte del pesebre, gentes que se ahogan en su propia baba porque tienen todas las respuestas y no responden a ninguna de las preguntas de la vida, lo esencial del ser humano, cuidar de su familia, procurar el bien de su clan, sus vecinos y sus paisanos... A la política nefasta solo le hacía falta estos palmeros vacuos, los “vientres sentados” que tan proverbialmente definió Luis Cernuda y les cantó Paco Ibáñez. Con todo y entre tanta mezquindad, siempre reverdece la angustia, no hay otra. Todo pasará, claro que sí, que es muy distinto a decir que todo va a salir bien... Empezamos la sexta semana de confinamiento, que es como finamente se nos habla para que no pensemos en que este mundo nuevo se nos ha caído de por vida. Y lo hacemos hastiados, ya no sabemos a qué dedicar tanto tiempo libre, solo queremos salir, da igual el daño, salir, salir y volver a salir. Si tenemos trabajo, no será lo mismo; si no lo tenemos, desesperados con las oficinas de Empleo y si tenemos niños, qué va a pasar cuando se levante el Estado de Alarma y no haya clases y tengamos que ir al tajo a cumplir nuestros horarios, ¿y los niños? Más angustia...

LO QUE FALTABA // Los buitres siempre aparecen, pero ahora...

FALTARÁ SIEMPRE // Políticos que no miren las urnas