Duda que duda, que algo queda

En caso de duda, no determines cosa alguna; está escrito en nuestro más sabio libro del sentido común, el refranero español y a él se acoge este fin de mes el “señor Jota” para expresar su más estricto y profundo desconcierto con todo lo que sucede a su alrededor. Para empezar, ya no sabe si unos presupuestos son buenos o malos para Jaén, por el coro que le canta al unísono alrededor, podría seguir diciendo que si el culmen del emprendimiento es quien más subvenciones cobra lo aturde y por si faltara poco, todo el aceite que le dan a probar tiene un intenso color verde (pintado). Es por todo ello, que ante tanta duda metódica, vuelve como siempre a lo sabios para que lo centren y lo alivien: “En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras”, escrito por Bertrand Russell.

De pipiolo, este cronista aprendió de sus maestros que una cosa es la opinión pública y otra la opinión públicada, pero dado el mar de fango en el que se han convertido el mundo de la comunicación, ya no haya el tino necesario para descifrar todo lo que se le viene encima a diario. Entre unas cosas, porque el periodismo basura mostraba y muestra su olor y su hedor, con la posibilidad de huir de él frente al periodismo veneno, que sin avisar mataba y mata lentamente y entre otras cosas, porque con la llegada de las “fake news” (las mentiras dichas y dichas hasta que cuelan como verdades supremas), con lo que no hay bicho viviente que sepa a qué atenerse. Estás muerto socialmente si no tienes Facebook y le das todos los días a tropecientos “me gusta”, no eres nadie, ni moderno, ni intelectual si no te has peleado con alguien a muerte a través de Twitter y no se le olvida al “señor Jota” que si no le cuentas al mundo tu corte de cejas o tu último bailecito de boda con Instagram, te darán mismamente por muerto viviente. “A los nueve años intenté ser jesuita. A los 19, anarquista”, decía el sabio José Luis Sampedro, cuya traslación más anarquístamente jaenera podría ser: “Cuando hice la Comunión no quería ser jornalero y cuando crecí no me quedó otra que ser bracero”. Pero pese a todo, ¿de verdad que todo lo tenemos claro? ¿Acabarán nuestros hijos de pagar nuestra hipoteca? ¿La política nos deleitará con las verdades del barquero? ¿Acabaremos con los Reyes Magos? ¿Es posible que se desparramen las autonomías? ¿Y que Jaén deje de ser granero de mandamases y Cenicienta de presupuestos? “La duda, esa vaga nubecilla que, a veces, habita los cerebros, también puede entenderse como un regalo. Y no es una aseveración, ya que, sobre ella, tengo también mis dudas”, Camilo José Cela. Ea, pues sigamos duda que duda que algo llegará, mismamente el Gordo de Navidad.