De La Magdalena y en USA

Es joven y motivo de orgullo patrio, no ya solo de su familia y sus amigos, también de esta tierra, que suele ser descuidada con quienes se marchan pero nunca pierden el cordón umbilical de sus raíces. A veces por necesidad, las más, que el pan trabajando está muy escaso en Jaén, a veces, como es el caso que hoy nos ocupa, porque surge la necesidad imperiosa de comerse el mundo para respirar otro aire distinto que empape nuestras emociones y nuestra propia alma. En la inmensa legión de jiennenses de la diáspora emerge cual iceberg una muchacha que hasta cuando habla inglés ya se le nota el deje magdalenero, que mezclado con la “j” carraspeada de la capital seguro que hace estragos lingüísticos allá donde profesa querencia, sea detrás de una cámara, fuese delante de un micrófono, su último sueño. Fany de la Chica nació cineasta y se ha hecho cantante y, entre tanto, ha convertido en realidad su propio sueño, mismamente hacer lo que siempre quiso, contar historias desde su particular visión de la vida, donde predomina la piel y los sentimientos con un punto femenino siempre emergente; sus creaciones vitalizan a la otra mitad del mundo, la mujer y la vida a ojos de una mujer (genial “El Miramiento, su cortometraje en La Magdalena con mujeres calés) y como mujer mira el horizonte desde un mundo tan especial que embauca, tan distinto que enamora, tan sobresaliente que nos adentra en la misma historia que nos quiere contar. Fany de la Chica Serrano hace carrera allá por donde va y asentada en Londres como cineasta y creativa publicitaria, con incursiones a Asia y Camboya en busca de otras miradas para el cine, dio el salto a Nueva York para seguir formándose y sin dejar de dirigir y producir documentales componer canciones y cantar (no deberían perderse “Vestida de domingo”, su primer disco). Ahora ha aumentado sus querencia y vive a caballo entre la capital del mundo y Los Ángeles, la meca del cine. Vuelve a menudo a Jaén, a la Magdalena de sus padres, sus tíos y sus primos y permanece inalterable su gran reto, el documental sobre nuestro mar de olivos, que lleva rondando en su cabeza una década y que pronto verá la luz.