De jornales y de dignidades
Fin de mes del “señor Jota” pensando en que la aceituna viene sin jornales y pueblos con paro son polvorines sociales >> ¡Dios proveerá! >>
Pasea el “señor Jota” por los pueblos y aldeas y ve hacendosas a las mujeres y a los hombres adecentando calles y plazas, es la realidad que circunda cada día la Jaén del interior, la que no está en el foco mediático que tanto acapara la alta política de la disputa y la pose, o lo que es lo mismo, de escupir y abrazar, las dos cosas que tiene esa política frentista anunciante permanente del fin del mundo que luego se apaga con dos cañas. Limpiar calles, poner bordillos, pintar barandas, ahí queda retratada en estos tiempos la dignidad de las jornaleras y los jornaleros en paro, que son legión en cada rincón habitado de la provincia. No hay novedad, dicen que el trabajo dignifica, pero lo cierto realmente es que escasea para los mismos de siempre y se avecina una tormenta social con la aceituna, muy por debajo de los aforos y esperanzas políticas, imprevisible ese remolino de inseguridad que se aproxima.
Decía hace mucho tiempo el filósofo Eurípides que “el trabajo es el padre de la gloria y la felicidad”, a lo que contraponía no hace mucho Mario Moreno “Cantinflas”, con su gracejo particular: “Algo malo debe tener el trabajo, o los ricos ya lo habrían acaparado”. Trabajo que no hay, paro que sube, hipotecas que pagar más euríbor, niños que estudian fuera y gastos que se disparan por la inflación, desesperanza que se instala en las casas porque sin vida excelsa ni de tirar cohetes todos tenemos un mínimo con el que dignificar nuestra vida y la del jornalero/jornalera es llegar, simplemente, a fin de mes. Recuerda el “señor Jota” el ciclo perdido de esa clase trabajadora en cualquier pueblo de Jaén, aceituna con la que acabar y empezar el año, jornales en abundancia que daban luego las vegas ahora plantadas de olivos, marcha a la vendimia manchega o francesa y vuelta a empezar con una despensa llena de matanza para echar el invierno y aligerar los gastos en la tienda del barrio. “El hambre espía en la casa de los pobres, pero si la habitan personas trabajadoras, no se atreve a entrar”, otra grandilocuente frase, esta del político norteamericano Benjamin Franklin, que queda divina pero no da de comer y ya lo decía San Juan Bosco: “Ay de quien trabaje esperando la alabanza del mundo, el mundo es un mal pagador y paga siempre con la ingratitud”. Ese es ir y venir por la palabrería entramos de lleno, en estos momentos de fragor político insufrible, en una campaña donde hay poco que recolectar, nada que recolectar en algunas zonas y ahí empieza el problema para los jornaleros y jornaleras, que sin trabajo no hay paz social y el runrún se convierte en conflicto y los alcaldes y alcaldesas, primer frente de la realidad, sin dinero ni presupuestos porque los remanentes están prohibidos, ya no saben que hacer. Los admira profundamente el “señor Jota” y les manda un abrazo enorme de dignidad cargado de trabajo. Por lo demás, ya saben, resignación cristiana: “¡Dios proveerá!”
Aceituna, jornales de primavera y verano, vendimia... ya no queda casi nada
Los pueblos alteran su de siempre cuando no hay jornales
Kofi Annan, exsecretario general ONU: “La igualdad de las mujeres debe ser un componente central para resolver los problemas sociales, económicos y políticos”.
> Y no lo viene siendo
Pepa Ruiz Almirón, abogada directora banca: “El mayor riesgo para avanzar en igualdad es que la igualdad se considere un dato aislado”.
> ¡Compromiso efectivo siempre!
Antonio Valero, voluntario del banco de Alimentos: “He notado que después de la pandemia hay personas que tienen muchas carencias, lo veo a diario en las casas”.
> ¡Aplauso público a los voluntarios!
> La derecha mediática le ha tomado con él, emergente y con futuro inmenso, publica para que no que haga carrera “uno de Jaén”
> No cuentes conmigo, dicen que le ha dicho a alguien que lleva un año nervioso porque quiere ser algo más que un “delfín”