Con la salud no se juega...

No hay duda, con la salud no se juega, con nuestro dinero sí que están jugando y sorprende la docilidad con la que lo aceptamos, chitón y a otra cosa, vaya que nos señalen por negacionistas. Y no es el caso, todo lo contrario. Hablo, les hablo de pandemia y vacunas, de PCR y de test de antígenos, de pastillas que no llegan y de dobles y triples vacunas de refuerzo por lo que pueda pasar ante tanta variante, ante semejante psicosis médica, sanitaria, farmacéutica, en la que tanto y tan bien colaboramos los periodistas. Caja, millonadas en euros para las farmacéuticas que iniciaron el proceso de “cazar” la vacuna más eficaz con dinero público, de todos, y luego solo reparten beneficios a sus accionistas. Dinero, bendito dinero que todo lo puede; dinero, maldito dinero que todo lo asquea. Pero, ojo, con la salud no se juega.

Y como con la salud no se juega, a mercadear en el llamado primer mundo, que además, suele lavarse la conciencia dejando migajas en forma de vacunas que no se han puesto aquí por una y cien causas, para que sean usadas en el denominado tercer mundo, que ironías del destino, ahora nos devuelve el olvido al que lo sometemos, con una variante que está haciendo tambalear a Occidente, de nombre “ómicrom”. De nuevo el miedo, de nuevo las dudas, de nuevo mirar al prójimo con cara de prevención por si es portador de lo que tú puedes llevar encima y no lo reconoces, de nuevo todo lo peor de la condición humana y unos pillos que se adelantan al desparpajo y la algarabía que provoca la Navidad haciéndose de oro con nuevas vacunas, con nuevos test, con la misma torticera forma de hacer uso en beneficio propio del miedo de la sociedad a palmarla, porque la gente muere (1.095 en Jaén) y la gente quiere ir y venir. Y es que con la salud no se juega y por eso omitimos lo que no nos interesa, si hay que hacerse pruebas, los demás, nosotros, no; si hay atisbo de duda, los primeros que señalamos somos nosotros, que ha nacido otra clase social, los señalados, los apestados que dicen que qué está pasando ante tanto robo, ese es su pecado.