Benemérito instituto... ¡Ole!

Son militares en el mando y civiles en el trabajo, ninguna queja; acuden donde no llega nadie y es ahí, en el fin del mundo, donde responden como si les fuera la vida; viven por y para el servicio público, entienden su vida, condicionan su trabajo, anteceden a los suyos cuando la noble causa del bien general los llama... También son conocidos por su tricornio, pero eso es una anécdota de la vestimenta, que la Guardia Civil es elemento fundamental, imprescindible, de nuestro ordenamiento jurídico, obviamente de nuestro Estado de Democrático y de Derecho. Sin quejarse como debieran, que las comparaciones son odiosas, asumiendo el papel de compromiso con la tierra a la que defienden y a la gente por la que dan la cara aunque se la crucen, ahí están siempre y ahora que se habla tanto de la Jaén vaciada, no estaría de más reconocer a los guardias, en masculino y en femenino, que ellos vertebran el territorio como nadie.

¡Qué sería de Jaén sin la Guardia Civil! Estará, y está, en todas las provincias del Estado español, pero no es lo mismo Jaén, alejada de todas las rutas de modernidad y con un interior tan maravilloso como desconocido, tan despoblado como ninguneado. Y ahí están los guardias para hacer valer el orden y la ley y, también, el contacto humano con sus habitantes, que se pasan días, semanas, con su economía de subsistencia sin más visitas que el panadero o la pareja de ‘civilicos’. Es por todo ello por lo que en el día de su patrona, con la Pilarica en carne viva porque algunos de sus fieles devotos se han marchado a Cataluña (donde no se les quiere, generalmente, y pocos los defienden, tradicionalmente), cuando hay que proclamar, sin rodeos ni justificaciones, que estamos orgullosos de esta gente de verde, tricornio o gorra en la cabeza, que si están motorizados solemos mirarlos torcidos, pero cumplen su deber y velan por nuestra vida en la carretera... Aquellos que nunca nadie les dio una palmada en la espada porque viven y trabajan en el quinto pino de esta nuestra Jaén, aquellos que nunca recibieron condecoración alguna porque su oficio no es ascender ni buscar medallas, solo servir, mi admiración, mi respeto, mi cariño.