Así pueblen soles y lleguen lunas

Un número redondo para remarcar un sentimiento y una dedicación, una forma de estar por y para Jaén, devoción laica que transmuta en pasión eterna por una tierra sencillamente maravillosa. Tras treinta y un año y un mes dedicándoles a todos y cada uno de ustedes la última de los domingos, no podía por menos que primero de todo, pedirles perdón si en algún momento he incendiado la página más de la cuenta o, como vulgarmente se dice, se me ha ido el mixto con algún tema en concreto, porque amén de que esta tierra sulibeya, como canta Mejía Godoy y los de Palacagüina, alguna de las “cosas de Jaén” sacan de quicio y no sólo por la apatía y la falta de combatividad, que también, muy especialmente me refiero a esa forma de encarar la vida con una resignación que raya el inmovilismo, lo que ahora mismamente se llama resiliencia, tragar con todo. Vaya hoy domingo 10 de diciembre, efeméride de la crónica 1.600 de este cronista que ha contado días y lunas junto a ustedes, como recuento de un tiempo de esperanza y afirmación, porque la autoestima vino para quedarse y ese es precisamente el mejor aval para las generaciones futuras, que aceptamos donde estamos y asumimos que de nosotros depende el cambio.

A Jaén no se la reconoce, esa Jaén gris y anodina de los años ochenta, que despegaba en movida y fiestas pero no en infraestructuras y mejores condiciones de vida, se ha transformado un potosí y nadie puede dudarlo por más eslóganes que se inventen cada cita electoral. Hemos sembrado entre todos ese tiempo nuevo que necesitaría de un aliento mayor de las Administraciones públicas, con debe enorme del Estado, pero hay más noticias positivas que contarles, como la de la creación de la Universidad de Jaén, vivido y relatado de forma especial en esta Contraportada, puesto que nacimos el 22 de noviembre de 1992, siete meses antes del punto de partida del actual motor de desarrollo de la provincia, aunque, ciertamente hay una muy negativa que nos queda marcada a fuego en la frente, la “cobra” del AVE con Jaén. A Jaén, es verdad, se le atragantan los compromisos, de igual forma que ponderamos lo que tenemos en un ejercicio de posibilismo extremo que tanto bien hace a quienes tendrían la responsabilidad de tirar del carro. No dejemos de exigir, claro está, pero de igual forma que nos proponemos a diario el sano ejercicio de vivir con dignidad con lo que tenemos asumamos que esta encrucijada de caminos es algo más que una historia milenaria de buena gente que la ha hecho acogedora y hospitalaria, excepcional y única. Como se dice en los pueblos, el “paño” es de categoría sólo que no estaba a la vista y en la hora de la crónica 1.600 hasta nos llueven las estrellas gastronómicas, albricias.