Angustias y los tiempos presentes

Es mujer que ejerce el tiempo presente en todo momento y circunstancia, una persona comprometida con su entorno y que ha ejercido altas responsabilidades políticas y a la que ahora, que mima a sus nietos como ejemplo vivaz y elocuente de abuela feliz, la desmemoria de la sociedad puede colocar en trincheras que no son verdaderamente suyas, mismamente las del desapego y la inacción. Suele pasar con quienes ejercen la labor política, muy desagradecida para los concejales de los pueblos (ella lo fue en el suyo, Torredonjimeno), y pasa habitualmente a los pocos días de que dejan de salir en los medios, que se convierten en aparentes “zombies” de tiempos lejanos. No es el caso de Angustias María Rodríguez Ortega, que sigue fiel a sus principios y con el paso de los años no ha dejado a un lado su compromiso político y de bandera, la mujer, la igualdad de oportunidades, el ejercicio de la libertad como un don al que regar a diario, más en estos tiempos. No hace tanto que Angustias Rodríguez dejó sus responsabilidades y quizá, en general, y sólo en condicional, se le pueda haber olvidado por la sociedad, que no es así, desde luego que no, porque quien siembra buenaventura, encuentra siempre abrazos a lo largo y ancho de Jaén. Profesora de instituto, emergió a la alta política desde Arjona, donde conoció a un gran amigo, también profesor y hacedor de provincia, José Luis García-Lomas. Diputada a Cortes una década, cuando no había paridad ni se le esperaba y, luego, largamente, delegada de Educación, la mayor empresa de Jaén, el cargo político con más inconvenientes y que más quema. Ahí demostró su buen hacer, ahí fraguó los mejores discursos y el compromiso por la enseñanza pública de los gobiernos a los que representaba y que ella agrandaba a su buen saber y entender. Es por todo ello que los tiempos son siempre presentes en su caso y no de otra forma de se entiende que esté al día de todo, que siga la actualidad con el punto crítico al que acostumbra y, por si algo faltase para seguir sumando que es gerundio, es que este cronista no ha encontrado un desliz en su camino, ha dicho y ha hecho siempre en línea recta.

De la mano de la catedrática Yolanda de la Fuente y su equipo de trabajo, hemos conocido una realidad latente pero desconocida. Se trata del maltrato a las mujeres mayores, doblemente invisibles por la edad y porque ya, en el atardecer de su vida, les da igual todo. Una cruda realidad puesta de manifiesto en el Foro que organizó este periódico con Clece en el que salió un compromiso político de formación en semejante problemática para auxiliares de ayuda a domicilio y trabajadores municipales. De todos es responsabilidad cuidar, mimar y querer a nuestras madres y abuelas.