“Alegría ten, y vivirás bien”

Está el “señor Jota” aún enfrascado en la bonanza de la primavera y se adentra a cada ocasión que puede a lo más alejado del mundanal ruido en busca del sonido del agua, sin más, sin menos. Los manantiales recuperaron su tono con esa Semana Santa descomunal de precipitaciones y tronos encerrados y, no será él quien no lo diga ante las suspicacias que mueven el mundo, pese a que ha de llover como antes, este verano es un verano bonito y saleroso por el agua. Así lo comparte con ustedes, sin mayor pretensión que participarles esa buena nueva de que “alegría ten, y vivirás bien”, una sabia deducción de nuestro refranero que viene a colación de esos viajes por adentro de Jaén, la que no sale en los papeles nunca y la que vive en paz consigo misma. Entre los silencios musicales del agua y esa armonía de las gentes que viven alejados de las modernas autopistas de la comunicación...

No puede haber mayor conjunción que esa con la Naturaleza, la Pachamama de las culturas a las que dicen que dimos civilización en América tras Colón, agua y paz a tu lado en esa soledad compartida que tanto bien hace cuando nace del alma el encuentro con lo mejor de la savia humana, la hospitalidad. Agua con la que bulle juicioso y travieso tu espíritu y se alimenta encantado el estómago y paz compartida con gentes anónimas, desconocidas y grandes en su interior que se abren de par en par si no hayan ni esquinas ni retrancas ni sabihondos capitalinos que llegan a pontificarles y a la primera, darse la vuelta por lo “lejos que viven” del progreso. Para el “señor Jota”, archiconocida su pasión por el refranero popular español, coloca uno sobremanera en el pedestal de la historia sapiens: “Cinco cosas procura: salud, saber, paz, abundancia y cordura”.

Estar a bien con uno mismo es el primer paso para no complicarle la vida a nadie, ese maravilloso “Hakuna Matata” de la canción de la película del Rey León, que traducido significa “no hay problema”, pero que viene a decir esa grandeza de “vive y deja vivir”. Asemejando a nuestro refranero: “En callando, hay paz” si lo tomamos por la tremenda o “aprovecha el tiempo; y si no, al tiempo”. Esta crónica de agosto, entre canículas desesperantes y tormentas que apabullan, la única nube que merodea la cabeza del “señor Jota”, no es otra que la honra de la gente. Dignidad, se trata de dignidad, explota convencido, cuando lo dejan, es la dignidad de la gente la que hay que poner en valor, vivan donde vivan, hagan de su capa un sayo o decidan contar habichuelas verdes en la huerta. “Gracias y buen trato, valen mucho y cuestan barato” y frente a eso, los sambenitos, pero es que “lo que arrastra, honra”... Recostado en un álamo negro, viendo zapateros en el chilanco del río Madera, se dice picarón. “Desnudo nací, desnudo me hallo; ni pierdo ni gano”.