A vueltas con los “charnegos”
Las palabras de Rufián en sede parlamentaria provocan bochorno y sorprende que no fuesen reprendidas > La semilla del supremacismo no la heredó este señor de sus abuelos, que no > ¡Viva La Bobadilla!
Hay otra Jaén fuera de Jaén según los expertos en Estadística y Sociología, es la provincia jiennense errante que tuvo que emigrar con sus padres en busca de pan y futuro en los años 60 y 70. El carné de identidad los enraíza aún con el viejo Santo Reino, no así el de sus hijos, y les miramos con respeto y complacencia por todo lo sufrido, desarraigándose primero y, luego, porque a los “charnegos”, como se conoce a lo hijos de los emigrantes en Cataluña, los señalan los otros hijos, los de la burguesía catalana no trabajadora que a base de braceros andaluces y extremeños y de incentivos y regalos de los distintos gobiernos, daba igual la índole, colocaron, nuestros paisanos, semejante territorio en el buque de proa del desarrollo. Ni nos quieren ni nos han querido nunca, solo hemos sido mano de obra barata y poco quejosa, quede claro. “Me siento muy orgulloso de que mis abuelos huyeran de Jaén”. La frase es tan rotunda como cruel, tan descarnada como que condensa una maldad intrínseca, la del supremacismo de la élite catalana a la que se suman, desconcertantemente, ya digo, descendientes de los jornaleros que hicieron prosperar a Cataluña por encima de otras regiones españolas. La ha dicho en sede parlamentaria, en el epicentro de la representación democrática del pueblo, un hijo de “charnego” y nieto de “charnego”, de nombre Gabriel y de apellido Rufián, cuyas raíces se adentran en la campiña de Alcaudete y, más concretamente, en la entidad local autónoma de La Bobadilla. Lo dijo y se quedó tan pancho, qué debemos pensar aquí, no acertamos a articular palabra, la verdad, porque todo serían improperios, pero siendo la culpa suya y nada más que suya, que las palabras salieron de su linda boquita y no de otra, lamentamos que la presidenta del Congreso de los Diputados, la señora Armengol, no le parara los pies por la falta de respeto a la tierra de Jaén, a la Andalucía profunda, a la España que trabaja y nunca se queja. Curioso lo de este señor Rufián, que quiso ser en mayo alcalde del pueblo donde se instalaron sus abuelos, Santa Coloma, y le dijeron que nones.
Conozco a la periodista que llegó a un acto de la Asociación de Coros y Danzas “Lola Torres” y preguntó por ella, por Lola Torres, creyendo que aún vivía (murió en 1968). Dijo aquello de “tierra, trágame”, como ahora deben estar haciendo, o no, los culturetas de Jaén, subvencionados por Diputación que junto con gente de la gestión pública, consideraban el Folk del Mundo “algo casposo” (palabras textuales) que no podría ser el ejemplo cultural de nuestra tierra. Afortunadamente no pudieron con Rufino.
Parece acabada la época en la que los ayuntamientos pagaban una pasta a un famoso para el pregón de la Feria de Jaén o de la Virgen de la Cabeza, pasta además doble, porque había que buscar a alguien que supiera y se lo escribiera. El pregón de Rafael Romero, más jaenero que Piturda y El Rápido juntos, más entregado a nuestras costumbres que Falito al mercado de abastos y con la enjundia de Polluelas en un escenario, es la mejor prueba del poderío que tenemos para pregonar a los cuatro vientos.
Coco Chanel, diseñadora francesa: “La belleza debería comenzar en el alma y el corazón, de otra manera, los cosméticos son inútiles”.
> ¡Amén!
Domingo Expósito Cobo, aventurero: “Viajar a las Georgias del Sur, como hizo Shackleton, es un auténtico desafío, en el que estás más expuesto a los peligros, dos veces estuvimos a punto de morir”.
> ¡No hay límites para este ubetense!
Antonia García Moreno, madre de hemofílica: “Una simple herida, insignificante es cuestión de vida o muerte para mi hija”.
> ¡No tiene ingresos porque debe cuidar de ella, ayudémosle!
> Ha contratado al empresario que dejó tirado a su compañero de partido para llevarse el espectáculo a otro pueblo de otro partido.
> Es el mismo alcalde que cree haber puesto un senador y que ahora quiere quitar a un parlamentario.