A los ricos les gusta el aceite

Está de moda el aceite, con un precio por las nubes, no cae la demanda e, incluso, a las botellas de aceite virgen extra ya hay supermercados que le colocan el anti-robo igual que a las botellas de alcohol debido a su precio, justamente porque se multiplican los hurtos. No puede extrañarnos a nosotros, que hace tiempo dejamos atrás el sambenito de olivicultores y somos legión en Jaén los oleicultores, la calidad como marchamo del aceite del viejo Santo Reino. Al buen aceite se le sumaron luego las botellas especiales, con formas, de colores, con marcas atractivas y logos ultra modernos y así las cosas, sucedió que poco a poco el aceite de oliva, que en los años ochenta entró en declive por la infamia asesina del aceite de colza desnaturalizado y, a la par, cogió carrerilla para tiempos de fortuna por la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, entró en el delicatessen patrio.

Hemos vuelto a mirar al campo, a los olivos de los abuelos tras un tiempo de arrendar la finquita y recoger la liquidación cuando tocara. Ahora, al buen precio y la moda se le suma, muy importante además, que las cooperativas tienen surtidor de gasoil para los socios y menudo ahorro supone llenar el coche. Este buen cartel llamó la atención hace un tiempo de los chinos, a los que la Universidad enseñó cómo plantar y producir y menos mal que no han encontrado rinconcito donde ‘caiga’ bien el árbol. Y de formas más reciente, los grandes terratenientes de España sembraron olivar a mansalva única y exclusivamente por las subvenciones comunitarias, salvo excepciones honrosas como las del marqués de Griñón y su aceite arbequina. A los ricos les gusta el aceite, ponen un cachito de su megafortuna para volver a los orígenes de la tierra en el Mediterráneo y plantan olivares para producir el mejor del mundo en una almazara último modelo y máxima tecnología al servicio de la calidad. Portugal y su súper intensivo ya nos hace pupa, más que a algunas cooperativas reunidas metan aceite de Túnez en el mercado, suponen un problema y un acicate si seguimos la misma línea, calidad y marca, comercialización y diversificación, no hay otra.