A dónde irán los besos que guardamos

05 abr 2020 / 08:40 H.

Es una alegría recurrente en estos tiempos de pesadilla y muerte a nuestro alrededor. Bebemos permanentemente de nuestros padres y su manantial de ternura y cariño con el que transitamos por la vida nos da una seguridad aplastante de ser queridos como nadie en el mundo y a esa tranquilidad de infinito significado ahora que estamos confinados y no podemos ver a nuestros seres queridos le vamos sumando con el paso de los años amores platónicos y venturas juveniles, travesuras de imberbes que con el paso del tiempo se convierten en pellizcos del alma con las que uno se hace hombre a base desollarse las rodillas. Así van transcurriendo nuestros largos días en las calles y en los arroyos y con las noches vamos sumando nostalgia a nuestra efímera existencia a base de música y de cantores que ensanchan nuestro mundo y nuestro ser, Aute el más grande.

Qué pena, qué vacío, qué desasosiego entre tanta desesperanza y confinamiento... Se marchó Luis Eduardo Aute, a quien varias generaciones profesamos fe, auténtico fervor laico y santa devoción popular porque sus canciones traspasaron el más puro y celestial entretenimiento y son como himnos que se clavaron en un nuestros adentros hasta el fin de los días que nos toque vivir. Y esos días y esas noches serán eternas de gozo con su voz como melodía permanente en nuestros oídos que poco a poco se va abriendo paso, poro a poro, a través de nuestra piel y así se desparrama gozosa a cualquier recóndito rincón de nuestro ser. Grande Aute como cantautor y también como escultor y como pintor, pero es que como compositor no hay quiebro a la duda. No hay célula que escape sin un respingo de emoción y sentimiento a sus ‘Rosas en el mar’, al igual que al unísono se mece nuestro cuerpo cuando escuchamos “Aleluya”, o “Las cuatro y diez” o “Pasaba por aquí”... Y sí, un bamboleo profundo y silente que nos hace respirar hondo se abre paso a los primeros sones de un grito inigualable a la libertad y contra la tiranía, la barbarie y la indignidad humana, que “Al alba” condensa todo lo que quienes amamos la vida y tenemos en la decencia que mamamos de nuestros padres el mejor antídoto contra el fascismo y la desigualdad de las castas. Desconsolado y triste porque se ha ido alguien a quien no conocía pero admiraba profundamente por lo que componía y por lo que escribía y decía, déjenme no olvidarme de nuestros muertos de esta semana, seis mil, todos con nombre y apellidos, descansen en paz. No cabe mayor desconsuelo para decenas de miles de españoles con su alma rota por no poder despedir siquiera a sus familiares, esto es algo impropio de una humanidad que se dice sabia y se las sabe todas... “A dónde irán los besos que guardamos, que no damos, dónde se va ese abrazo si no llegas nunca a darlo, dónde irán tantas cosas que juramos un verano bailando con la orquesta prometimos no olvidarnos...” Inolvidable Aute.

GRANDE. Luis Eduardo Aute, cantautor, director de cine, actor, escultor, escritor, pintor y poeta, inolvidable.

“aL ALBA”

Un himno grandioso a la libertad y la dignidad

aleluya nº 1

Canción a rabiar de alma y de emoción