“Y dale Perico al torno”

21 sep 2019 / 12:36 H.

Sin saberlo, todos los españoles en edad votante estamos reescribiendo la historia política en estos últimos cuatro años. Como si trabajáramos en aquel Ministerio de la Verdad orweliano, pero sin necesidad de echar el jornal de manera presencial, basta con acudir a las urnas hasta que demos con la fórmula adecuada. Si en aquel corregían el pasado para adaptarlo al nuevo relato que dictaba el Gran Hermano, a nosotros nos toca corregir un presente jodidamente imperfecto para nuestra clase política. De momento, lo votado no fue suficiente para ligar una coalición duradera, el borrador electoral no gustó y lo devolvieron con correcciones. El fin del bipartidismo era una urna apocalíptica de la que no se puede escapar. Hoy prima el enfado por devolvernos la pelota a nuestro tejado, pero al calor de las urnas el pueblo soberano tendrá que ejercer su ciudadanía y dar ejemplo a nuestros mandatarios en horas bajas. El presidente en funciones y líder socialista, Pedro Sánchez, va con todo a noviembre, apuesta en rojo por la izquierda y se prepara para atraer a los descontentos del centro y, en concreto, a votantes cariacontecidos con las ofertas de última hora de Albert Rivera, en un golpe de efecto mediático pero sin recorrido alguno. Muchos peces tendrá que capturar la nave socialista de este caladero para que el viaje haya merecido la pena. Hagan sus apuestas. Entretanto, eso sí, como el que no quiere la cosa, Sánchez ha desdibujado al líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, en una negociación que fue de más a menos, hasta llegar a la nada absoluta. Al comandante de la izquierda opositora, a la postre, le ha dispensado trato de polizón y no contento con la afrenta, seduce con cantos de sirena a un Íñigo Errejón que vuelve a la palestra, con o sin magdalenas. Iglesias —una vez que su partido rechazó la apuesta primigenia del PSOE—contaba con que Sánchez iba de farol y aún había margen de maniobra para rascar algo más, dando por bueno que su sacrificio merecía un ministerio extra. Sin embargo, en esta feria, también de vanidades, se acabó el turrón a las primeras de cambio. Doble o nada piensa un Sánchez que percibe buen viento de cola, el favor del público, y que viene de ganar a sus bases en lucha con el aparato, y se siente en racha para probar fortuna de nuevo, pese al desgaste propio y del resto de contendientes. El colofón a una imposible negociación fueron sus palabras en la entrevista con Antonio García Ferreras, “no podría dormir por la noche” dejando en manos de secuaces de Iglesias ministerios sensibles como Hacienda, la política energética del país o las pensiones, dijo. Una enmienda a la totalidad a los que soñaran en una posibilidad de acuerdo que, según el relato tenebroso de los hechos, era del todo imposible. Queda evidenciado que lo de estos meses eran fuegos fatuos nocturnos que tornaron en pesadilla, sobre todo, para una ciudadanía que anda blasfemando en lenguas muertas y mira con desdén a unos tenores incapaces de interpretar su propia partitura.

A los versos sueltos que discrepan, “sottovoce”, de los vaivenes de sus primeros espadas habría que recordarles aquellas palabras puestas por Benito Pérez Galdós en boca del pragmático Duque del Parque, uno de los personajes en la novela “El 7 de julio” de sus Episodios Nacionales: “Pero si tú no sirves para la política. Lo malo que tiene este maldito oficio de politiquear consiste en que a menudo es preciso que adulemos y ensalcemos a más de un majadero que vale menos que nosotros y que se ha elevado por un rasgo de audacia o por su misma majadería, pues también esto se ve todos los días”. No faltan duques en el hemiciclo dispuestos a aplaudir cualquier iniciativa por estrafalaria que les parezca. Así las cosas, nos espera mucho, mucho ruido sabiniano para llegar a un final en forma de noche electoral que despeje los nubarrones que le quitan el sueño al presidente en funciones y con él al resto de la tropa. Hastiados de que nos embarquen en travesías de dudosa valía y temeroso, dado el escenario actual del “pactódromo ibérico”, que la vida siga igual... las obras quedan, las gentes se van, que cantaba el padre fundador, Julio Iglesias.