Rosca presupuestaria

14 dic 2019 / 11:32 H.

Están los Presupuestos calientes como el palo de un churrero. Se han afanado los socios de Gobierno de la Junta, con el punto de corrección de sal de Vox, para servirlos en comandita, brillantes, aromáticos, casi sin macha en el papel de estraza. Con tiznones de harina, compareció el consejero Juan Bravo para presentarlos recién salidos de la sartén, una señora rosca. Con todo su buen aroma, la textura perfecta para acompañarlos con un cafelito y mojar, furtivamente, aunque sea la puntita, en una taza de chocolate. El tiempo acompaña para contar todas sus virtudes, desgloses provinciales incluidos, antes de que en contacto con la realidad, pierdan vigor y se queden, los tejeringos digo, flácidos de intención. Es el momento de permitirse todo el realismo mágico posible en una legislatura, unas cuentas públicas, cuadradas con buenas intenciones, cargadas de párrafos de virtuosismo inversor, trufadas de una Andalucía onírica. Si se repasara la literatura presupuestaria de los últimos gobiernos, al margen de las coincidencias temáticas, bien podríamos pensar que estamos en una provincia noruega, por lo que lucimos en infraestructuras, desarrollo industrial y puntos suspensivos.

No tiene matiz despectivo la semejanza con el noble arte de hacer tallos, al contrario, hoy en día es difícil encontrar a verdaderos artesanos y mucho más acabar la rosca presupuestaria, a tres manos, y que la compre el exigente cliente. Andalucía, de hecho, es la primera en apuntarse el tanto de tener esbozados los ríos presupuestarios que van a dar a las inversiones. Cuentan que Jaén, con sus 155 millones de euros, es la provincia con más inversión por habitante (243 euros) y eso, sobre el papel está muy bien (si pudiéramos, sonaría música de fanfarria), otra cosa es repasar la cuenta a posteriori y comprobar que te han colado cosas que no pediste o que se dan por hechas, como el pan; que el vino se subió a la parra y que los postres eran el atraco dulce.

Es el tema de la concreción del presupuesto, cómo el cuerpo se hace hombre, donde está la cuestión dogmática. La experiencia de los jiennenses les hace tener a mano siempre el carné de agnósticos o sales de Eno para evitar el ardor presupuestario. También, es cierto, están los que creen que el oasis está ahí; su convencimiento es de una fe inquebrantable, ya sean militantes o de mesa camilla. Otros, sin embargo, solo vemos espejismos, ilusiones ópticas de una tierra prometida, dibujada a mano alzada.

Debe saberse que el jiennense está acostumbrado a que al dinero público en Jaén le ocurra como al salmón en su heroico recorrido de vuelta a casa. Sube a contracorriente, gasta unas energías que casi no le quedan y en cualquier meandro es capaz de desovar, aunque sea antes de tiempo, porque está exhausto de burocracia política. Debe entender, por lo tanto, la delegada del Gobierno, Maribel Lozano, que entre las luces navideñas, la llegada a meta de Decathlon y el baile con bata de cola del bailaor jiennense Javier Valero, es muy difícil que nos pongamos a preguntarnos cómo se desglosan las partidas.

Cataluña. Un gobierno pendiente del teléfono.

Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le toca, ahora, devolver las llamadas perdidas del presidente de la Generalitat, Quim Torra. Para que reunirse con él no parezca una victoria de la “diplomacia” catalana se invitará a una ronda en la Moncloa a todos los presidentes regionales para desearles un próspero año nuevo que —quizá con la venia de los tumultuosos llegue— con un Gobierno. Al final, la mesa de negociación “primus inter pares” cada vez está más cerca, para cabreo generalizado de los barones que se preguntan en voz alta dónde se marcan las líneas rojas en la “negociación del conflicto”, o de otra manera, si el resto hacen el primo.