Pastillas para no soñar

22 feb 2020 / 10:33 H.

Uno, dos, tres... catorce”, así estamos, como en la canción de U2, en un lugar llamado vértigo. No hay manera de remar de manera eficiente, de empujar de forma coordinada entre Ayuntamiento y Junta de Andalucía, de cerrar la definitiva cuenta atrás del dichoso tranvía. Siempre hay zozobra en el viaje, aunque se tuviera el marco de 2020 para echar a andar a la bestia parda, la posibilidad de enredo hasta una nueva cita electoral es un imán. La capital, como epítome de una provincia, que está atascada en unas vías desiertas. “Un, dos, tres, un pasito pa lante y un, dos, tres, un pasito pa atrás”, como si Ricky Martín y su María fueran del terruño, un chirri y su pastira a su manera. En Jaén ya es noticia que un tren salga a su hora, que el autobús no forme parte de su servicio “premium”. Es lo que tiene salir, entrar o pasar por esta tierra ignota, un agujero negro en el dichoso, por partes, mapa ferroviario español. Mientras, Renfe —nuestra empresa pública— gana un cojonudo concurso en Estados Unidos para llevar el progreso de nuestros trenes a tierra trumpera y nosotros, seres fantasmagóricos que pacemos en Jaén, nos alegramos del triunfo de la “Marca España”, aun a sabiendas de que esa victoria la puede saborear la España saciada, la fetén, porque la saqueada y vaciada se queda siempre con la miel en los labios. Las eternas promesas de coger el tren solo sirven para engancharnos momentáneamente, para apaciguar unos ánimos que solo se caldean en San Antón y, en el mejor de los casos, para que algún político pueda hacer carrera, medrar en la contención. Está escrito que esta provincia debe vivir en el umbral de la supervivencia, lo justito para seguir tirando, exportando mano de obra y, de esta forma, con sutiles cambios, generación tras generación, no se altera el guion.

El campo anda ahora más revuelto, porque los frentes están abiertos en el precio, pero estarán peor cuando se dibuje el nuevo mapa de las subvenciones. Nada será igual en el peliagudo asunto de las ayudas y aquí tenemos un efecto más del Brexit (con su corrección presupuestaria) y de que España pase de recibir a dar. No hace falta echar cartas para saber que pintan bastos. Michael Houellebecq, “le petit” gabacho, viejo verde y decadente, lleva pintando una Europa en blanco y negro en materia social y describe, con la acidez marca de la casa, como el campo y la ganadería francesa y, por extensión, europea están tocadas de muerte. “Un plan social secreto e invisible, en el que la gente desaparece individualmente, en su rincón”, escribe su alter ego y protagonista de su “Serotonina”, una novela no apta para el ánimo destemplado del olivarero jiennense.

El señor Lobo del Gobierno, José Luis Ábalos, el que resuelve los problemas, el que se deshace de los cadáveres políticos, vengan en avión o no, obró otro milagro al margen del “casus Delcy”, propiciar una cita cuasi romántica en Madrid entre Pedro Sánchez y Susana Díaz en el Comité Federal del PSOE. Antes, medió un viaje exprés y certero a Sevilla para tender puentes con Triana. Este hombre en España que lo hace todo mutó a Carlos Sobera, y en un apresurado “First Dates”, logró que la expresidenta loara sin recato la política del presidente. Ligó la buena fortuna del Gobierno con la suya propia. Si le va bien a él, otro tanto le irá al PSOE en las próximas elecciones autonómicas y municipales. Aquí paz y pelillos a la mar por la trifulca de las primarias de 2017. Donde se apagó la chispa tiempo ha es en el Podemos andaluz. En este caso, al margen del liderazgo a la vieja usanza de Pablo Iglesias, que no deja margen para que crezca nada más bajo su sombra, Teresa Rodríguez y cía están por la labor de hacer oposición. No se puede estar “apretando” y en el Gobierno. Lo de tetas y sopas.

carnaval político. efecto mariposa de la coalición