Maldita hemeroteca

25 ene 2020 / 11:48 H.

Será cuestión de echar tierra al aire traicionero jiennense y comprobar si los espíritus son propicios, por fin, para que el bicho se desperece. Se barrunta un horizonte encapotado y con él la llegada de una borrasca difícil de explicar. Dolor, y la gloria, sólo como fenómeno atmosférico. Los buenos augurios databan la salida de la cueva en 2020, pero haciendo bueno este subgénero periodístico, el tranvía sigue hibernando, ampliando así su leyenda negra. Su gestión se mueve siempre en terrenos pantanosos de trifulca política, financiación cuántica, informes técnicos y vuelta la burra al trigo. Así de la rotunda seguridad de que el tranvía recorrería su trazado en 2020 ya se esboza, se desliza desde el Ayuntamiento la posibilidad, como malmenor, que sea a primeros de 2021 cuando la criaturica enseñe la testuz. Tócate las catenarias. De nuevo un socavón en su maltrecho camino y un punto de inflexión político, porque si se verbaliza en boca gestora que podemos posponerlo otro añito más, qué otras sorpresas nos aguardarán sobre el particular. Y eso que los vientos eran propicios, PSOE en el poder, como padre de la criatura, Ciudadanos de vagón de enganche y el PP ya, por fin, tirando de una locomotora en la que aquí se subió en marcha. Pues va a ser que no. Digamos que se ha convertido en una especie de muro de las lamentaciones, que sirve para que los políticos en gira, y de diferentes civilizaciones, reciten sus plegarias y lamenten los pecados cometidos y nos vendan, eso sí, esperanza a plazo fijo. Los dichosos “flecos” que quedan pendientes son los que nos tienen entretenidos.

Un elocuente consejero de Hacienda, Juan Bravo, dijo, en los desayunos de este periódico, que la Junta sigue con “el mismo impulso y las mismas condiciones”. Posteriormente añadió, “ya nos han sacado el dinero, si me permiten la expresión”, haciendo bueno a quienes lo tildan o lisonjean, en función de la banda futbolística, de “pequeño Montoro”. Al que fuera ministro de Hacienda, otro jiennense en la diáspora, dedicó una buena glosa matinal porque si algo ha perdurado en la política contemporánea española son sus presupuestos, a un paso de convertirse en mandamientos labrados en piedra. De esta forma, se expande dentro del PP un glorioso camino hacia la beatificación de su legado y su persona. Dada la renuncia de Mariano Rajoy a entrar en el santoral de la derecha, al estar en otros menesteres (¿quizá balompédicos?), y puesto que las cuentas del de Cambil se han prorrogado “sine die”, se invocan sus gestas económicas como un patrimonio histórico del partido. Bravo, de hecho, llegó a comparar a Montoro con el Cid Campeador, porque como aquel incluso “gana batallas después de muerto”. Al margen de Babiecas, espadas o floretes y el ímpetu en la batalla de cada cual, lanzó el exministro un atisbo de reconquista, de esperanza económica en nuestras propias fronteras, diciendo que los pilares de crecimiento son buenos y dejando entrever que dependerá del nuevo Gobierno si se mantienen o se quedan en terreno quemado. Hará bien, en cualquier caso, el PP en centrarse en su pasado inmediato y dejar el trapo rojo que le mueve Vox con el pin parental y otros asuntos variopintos con los que se entretiene y saca rédito la formación de Abascal. No hay “fake news” que aguanten una argumentación de adultos sobre el tema y cada vez que se arrime a esos terrenos el PP corre el peligro de quedar en ridículo, incluso para escarnio de sus votantes. La deriva les puede llevar a cuestionarse si la tierra es redonda. Algo parecido, y en otros terrenos, le ocurre al PSOE que se enfrenta a su pasado como partido y a la hemeroteca reciente cada vez que desde Unidas Podemos o los nacionalistas le cambien el pie y el discurso. Las voces discordantes van desde el IVA de presidentes de comunidad a la disparidad de criterios con Venezuela de dos expresidentes del Gobierno en las antípodas sobre el tema. De momento el criterio de Zapatero gana enteros sobre González. Nuevos tiempos.