Guardianes del matrimonio

11 ene 2020 / 12:04 H.

Vive España una situación límite, de esas que afrontamos cada semana un par de veces. El clima está tan enrarecido que no sabemos a qué atenernos, o al apocalipsis político o a un gobierno de coalición que nos pone en tesitura democrática europea por aquello de estar obligados a entendernos y con marcado acento social en las intenciones. En esta trifulca constante —ambiente tóxico llegó a definirlo el propio presidente Pedro Sánchez en una investidura a cara de perro— conviene disipar los malos humos cuanto antes, rebajar la tensión. Quizá por esta circunstancia —viendo cómo está el patio de vecinos— los obispos, preocupados por nuestras cuitas, se atrevan a darnos consejos para mejorar la vida sexual en el matrimonio. En un mundo de conocimiento referencial, de oídas, es normal que no se requiera evidencia empírica para darnos las claves de la vida en pareja, con el divino fin de que vivamos con una sonrisa etrusca dibujada en la cama y fuera de ella. Estos “bricoconsejos” a media tinta y poca luz ponen a la iglesia española a la vanguardia y eso habrá que valorarlo, se moderniza por momentos y da una vuelta de tuerca a aquello de su tensión sexual no resuelta.

Pero volvamos a los malos humos, una vez superada la etapa de los fotogénicos abrazos, Sánchez marca territorio porque entre leones lo que prima es un rugido y si se tercia un zaparzo o mordisco. Así lo habrá sentido en su lomo Pablo Iglesias con la nueva vicepresidencia verde creada en el último instante por el líder socialista y sin que pudiera acudir al VAR del Congreso para ver la maniobra. Una manera nada sutil de aclarar ante el grupo que el macho alfa del gobierno no se discute, que el hemiciclo no es la sabana y aquí no hay bicefalia posible. Chitón. El líder de Unidas Podemos se fue de la boquilla con “sus nombramientos” y eso por mucho gobierno de coalición que sea es coto reservado y natural del presidente. A la oposición, salvo que algún pastor tenga consejo mejor, cabe recetarle paciencia, que ajuste las marcas al nuevo Gobierno como dicta el marco democrático, pero sin algaradas y sin deslegitimar el resultado de las urnas y, por extensión, los pactos que tan necesarios serán hoy y mañana. La aritmética va por barrios. En Jaén, en Andalucía, España.

Tan necesitados estamos de chutes diarios de política, que el programa “Supervivientes” ya ha tentado a Cristina Cifuentes y a Albert Rivera para darnos una dosis de nuestra propia decadencia y despellejarlos literalmente porque nos gusta subirles al pedestal para, acto seguido, darles un baño de mugre y de ahí, por qué no, devolverles su buena estrella. Hecho el inciso sobre nuestro particular “National Gheografic” político, la letra pequeña del acuerdo de Gobierno deja a las “capitulaciones matrimoniales” como “peccata minuta” ante el trabajo ímprobo que tendrán los fedatarios de cada partido para comprobar cómo va el minuto y resultado del acuerdo de gobierno. Y es que en raras ocasiones, salvo en almibaradas películas con final feliz, los matrimonios de conveniencia acaban con arrumacos sinceros. En política, sin embargo, tienen fecha de caducidad, salvo que se produzca una opa susurrante como la de Podemos a Izquierda Unida, con dulce final, sobre todo para Alberto Garzón, que lleva los rescoldos de su extinta formación al Ejecutivo. De vuelta al asunto capital de la vida conyugal, en Jaén tan dada a vivir ajena a las voces que imperen en Sevilla o en Madrid, es decir, siempre con el paso cambiado institucional con los gobiernos de turno, hoy el gobierno entre socialistas y ciudadanos goza de buena salud. No se atisban reticencias y las marejadas nacionales no salpican a la letra de un acuerdo que es, de momento, palabra de Dios para María Cantos. Los cursos prematrimoniales con Julio Millán no llegaron a los dos años que ahora se plantean perfectos para limar asperezas, de hecho en su caso se podría acotar en un máster apresurado de horas furtivas.