El baile de la memoria

28 sep 2019 / 12:17 H.

La no formación de Gobierno ha convertido a una legión de políticos en unos apátridas del sillón. Ante estas “vacaciones” forzosas mantienen una cuidada agenda comunicativa para estar en el “candelabro”, prestos a pegar un fogonazo o destello. Sin lugar donde sentar sus posaderas andan, a izquierda y derecha, buscando su sitio, un lugar en el mundo.

En este frágil ecosistema político se sitúa hoy el que fuera alcalde de Jaén, Javier Márquez, recuperando la tranquilidad que da alejarse del tormento municipal. Curándose las heridas de la cosa pública, un tumultuoso ejercicio en el que deja atrás la Alcaldía envenenada de Jaén. Recuperado el aliento y la socarronería, comprueba lo ligero de equipaje que se anda cuando no se tiene poder. Los tejidos adiposos y palmeros desaparecen en cuanto atisban la caída en desgracia. “No permita la Virgen que tengas poder”, cantaba el flaco. Mientras espera poder embarcar hacia el Senado, contra todo pronóstico, los días se alargan y centra sus esfuerzos a la crítica de la acción de gobierno de socialistas y sus “amargos” ciudadanos en la capital del Santo Reino. Madrid y su Cámara Alta tendrán que esperar, apunta en su cuaderno de bitácora. En este ejercicio de brega política, toma distancia y, como el sabio que abandona lo material, aconseja y postula, pero lo hace como aquel al que las cosas mundanas le son del todo punto ajenas, fastidiosas. Como si fuera el reverso del célebre “Funes el memorioso”, de Borges, olvidó todo lo que concierne a su acción política en el Ayuntamiento. Si aquel sufría el síndrome del sabio y era capaz de recordar al detalle cualquier recuerdo, al exalcalde un sueño reparador le ha reseteado su memoria reciente, dejando el pasado inmediato en una nebulosa, asuntos de cuyo nombre no quiere acordarse, en postura quijotesca, si se quiere, para seguir cabalgando.

De esta forma, de su relato comparativo se podría inferir un pasado inmediato en el que vivíamos en un Jaén en el que reinaba la felicidad, un ambiente idílico de concordia, una Arcadia feliz, en la que atábamos perros con longanizas y como aquellos imaginados pastores griegos vivíamos en paz y en comunión con la naturaleza. A un paso estábamos de concretar que la activista medioambiental sueca Greta Thunberg “remanece” de Jaén. Aunque unas ciertas dosis de romanticismo sean necesarias para ir tirando, quizá se le haya ido la mano en eso de colorear un pasado reciente, con el peligro de resultar naíf. Así las cosas, pequeños saltamontes, para todo existe una fórmula magistral para los problemas acuciantes que tiene hoy la ciudad, no ayer. Así se puede abanderar cualquier asunto, ya sea el tranvía, Onda Jaén, el World Padel Tour, Autobuses Castillo o las lejanas obras de la Sagrada Familia como si fuera la primera vez que nos bañáramos en ese río, desde una posición prístina, cuasi virginal.

Arremete, como voz cantante del partido en la oposición, contra el equipo de Gobierno en la lógica política, pero se da la circunstancia, no menor, de que quien tiene esa tarea de marcaje, estaba hasta ayer en la función de ariete, de crear juego, de marcar goles por la ciudad, de tomar decisiones. Miau, miau. Es el problema no resuelto del PP para esta temporada que, sin el fichaje de alcurnia para ser la referencia del equipo en la bancada opositora, el juego pierde verosimilitud entre lo que fue y lo que pudo haber sido. Desde esta situación desdoblada, con un punto esquizofrénico, entre los dos Márquez (el exalcalde y el jefe de la oposición), sostiene que tiene Julio Millán una “actitud de fuga”. “No está cómodo. No le doy ni cuatro años como alcalde. No lo veo”, todo desde el máximo respeto institucional, que aquí hemos venido a jugar. Sin olvidar lo que será un mantra en la acción opositora de situar a Francisco Reyes, como el verdadero alcalde en la sombra, todo por aquello de que las cuentas o, mejor dicho, la recaudación tributaria pase a ser gestionada por la Diputación Provincial. Acaso no sería el primer alcalde de Jaén que busca un plan B, un plan de fuga, si la memoria no nos falla.