“Difícil de ver el futuro es”

04 ene 2020 / 11:42 H.

Arranca 2020, con música de fanfarria galáctica, como si John Williams remarcara a golpe de “in crescendo” los momentos importantes que se precipitan con el nuevo calendario. De hecho, justo después de nuestras uvas y el dichoso vestido galáctico, tendría que haber aparecido en nuestras pantallas un texto para contextualizar lo que vendrá: “Hace mucho tiempo, en una galaxia, muy, muy lejana, ¿Quizá España?... Varios miles de sistemas solares han declarado su intención de abandonar la República...”. Sí, estamos imbuidos por el espíritu del último episodio de la saga de la “Guerra de las Galaxias” y su infinita lucha entre el bien y el mal. Es una cita ineludible, aunque no siempre el resultado sea placentero, como tampoco lo es tributar a Hacienda, aunque también en esto haya insumisos o creadores de paraísos artificiales. En el día a día, con las fronteras menos delimitadas que las galaxias, es más difícil identificar las gestas y, además, contamos con el pecado original de creernos siempre en el lado correcto de la historia, el de los buenos. Necesitaríamos invocar a un malo malísimo, sin complejos, estilo el emperador Palpatine, para unirnos en una lucha común, aunque, incluso, en las batallas galácticas es difícil encontrar el momento adecuado para animar a una tropa desmotivada en la cansina lucha contra los poderosos. La batalla, en principio, la damos por perdida. Y es que los malos le ponen mucha dedicación al asunto, a aquello de ejercer de malos (masculino genérico), aunque luego pretendan ganarse el favor de los dioses de turno, con bulas que desgravan pecados. Es el encanto del “lado oscuro de la Fuerza” que atrae con sus posibilidades de nuevos poderes y habilidades con los que doblegar a los de abajo. Las posibilidades de continuar estableciendo paralelismos con el universo de George Lucas son ilimitadas, pero para cerrar tan peliculero preámbulo baste decir que nos encomendamos para este año 20 a todos los Jedi, a los que saben de su fuerza y a los que no, para que nos encontremos por el camino.

En el gobierno en funciones también se ha encomendado a cerrar el “desgobierno” más pronto que tarde, sabedores de que luego llegan las rebajas y algunas mercancías pueden ser devueltas, por aquello de verlas más baratas. En el PSOE, un partido histórico y con sentido de Estado, algunos invitados a este banquete le producen todos los recelos posibles. Escuchará Pedro Sánchez, incluso, voces discrepantes venidas del más allá, como en la película, pero, aunque tenga “un mal presentimiento”, entiende que es momento de mover pieza en la encrucijada política actual. No obstante, aunque vivimos en el periodo más negacionista de los últimos años —las declaraciones políticas tienen la misma vigencia que un tuit— conviene que en este baile de máscaras alguien dé la cara en el Congreso de los Diputados para explicar todos los acuerdos que harán posible un Gobierno fraguado merced a un pacto con ERC que es tan interpretable como alguna de las míticas frases del maestro Yoda: “No lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes”. En este sentido, el cambio de escenario propicia el enunciado de frases pantanosas; omisiones de palabras tan presentables como Constitución Española y derroteros semánticos que nos hacen olvidar unos cuantos años. Como si nos pudieran resetear como a C3PO y perder la memoria reciente fuera un ejercicio placentero; no todo vale para el ascenso de Skywalker. La necesidad de desbloqueo político y el diálogo con los representantes de Cataluña no pueden ser cartas marcadas para el resto de los ciudadanos. Se correría el peligro de una desestabilización programada por un nacionalismo que por naturaleza es insaciable. La fragilidad del gobierno, por añadidura, no ayuda en una mesa que tiene un tope de negociación. Y en este ataque continuado de clones, el secesionismo vasco aguarda su turno. Así, no hay Jedi que mantenga firme su espada de luz.