Argumentos apabullantes

28 dic 2019 / 11:25 H.

—Aquí tienes una gloria.

—No sé qué quiere decir con una

gloria, dijo Alicia.

—Por supuesto que no lo sabes... a menos que yo te lo diga. He querido decir “Aquí tienes un argumento bien apabullante”.

—¡Pero gloria no significa “argumento bien apabullante”!

—Cuando yo uso una palabra, esa palabra significa exactamente lo que yo decido que signifique... ni más ni menos.

Lewis Carroll, Alicia a través del espejo

Podemos poner en entredicho las salidas de tono semánticas del personaje Humpty-Dumpty de turno, pero lo que es una verdad perdurable en el tiempo es que quien ostenta el poder puede torcer las palabras hasta que dejen de tener sentido. Hoy, Pedro Sánchez es nuestro presidente a resguardo de las palabras, de las declaraciones y de las preguntas de unos periodistas que, incluso, crispan a un secretario de Comunicación del gremio, Miguel Ángel Oliver, que pretende la tarea imposible de proteger todos los flancos del mandatario afeando una tendencia “enfermiza a preguntar” de sus compañeros, descalificados como “tertulianos”. Perro come a perro y lo que haga falta en estos tiempos en los que se requiere etiqueta para entrar a las ruedas de prensa: #sinpreguntasnocobertura. Del plasma de Rajoy hemos pasado a la silla vacía de Sánchez en plano secuencia. “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir”... cantará mientras aguarda la última hora de quienes negocian en su nombre. “Manual de resistencia II” será un éxito en 2020. Y es que este voto de silencio en el Palacio de la Moncloa tiene que ver con la temperatura ambiente, diciembre atípico, descamisado, y un gobierno flambeando en el horno. El poder y la palabra la tiene hoy nuestro Zanco Panco particular, Gabriel Rufían. Experto en subirse al muro de turno, como aquel, para torcer las palabras hasta que cuadren. Él es el que maneja los tiempos de cocción, aunque la receta es vieja y está aliñada con un nacionalismo rancio, tamizado de republicanismo para que guste a más paladares. Otros antes que él la hicieron buena en otros formatos de negociación, aunque sea el mismo plato de toda la vida democrática española y que tan buenos dividendos da a las comunidades históricas (León también quiere lo suyo y se independiza, aunque para santo, el Reino de Jaén). En la tesitura de las lentejas está el PSOE y por extensión el resto de gobernados: si quieres las comes y si no, las dejas. Si se puede, mi ración con papajotes y vinagre.

Cada uno sube la temperatura al tuntún, de momento las pensiones siguen congeladas y los sueldos de los funcionarios, también... hasta que haya gobierno. La olla está a presión.

En Jaén, el nuevo año traerá el convenio del tranvía con un lazo puesto por el pleno del Ayuntamiento. Conviene ser cautos y escamarse a las primeras de cambio, nada será coser y cantar. En principio, la sintonía política entre Ayuntamiento y Junta da por bueno el reparto de financiación y los arreglos y ajustes pendientes, pero hablamos de Jaén, donde cualquier asunto de calado sufre un “déjà vu” crónico y jurarías que ese camino estaba recorrido, pero ni había empezado. A Julio Millán le corresponde ponerle el cascabel a un gato esquivo con la ciudad, ocho años después y por 120 millones de motivos. En ambos gobiernos está una formación como Ciudadanos en busca de “autora” y de tender más puentes a este lado del Guadalquivir. La crónica de un cierre anunciado es el de Onda Jaén. Un fundido a negro que no por esperado escuece a unos trabajadores y a una ciudad con un medio menos. Por un incendio intencionado tienen ante la mesa un Expediente de Regulación de Empleo por causa mayor. El origen de la chispa es aún una incognita y la gestión de la “crisis”, otra.