Inmunes

    09 feb 2021 / 11:07 H.
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    En el correo, en letras mayúsculas mostrando indignación, figuraba la respuesta “¿qué quiere decir que es vulnerable? Vulnerables somos todos”. Era fruto de su desacuerdo por la prioridad en el trato a otra persona desde la equidad de los derechos de esta. O se desconoce qué es la vulnerabilidad o no se desea reconocer. La primera opción responde a la ignorancia, la segunda a una ética autoritaria. El contexto confuso actual nos ha dejado claro que somos frailes, vulnerables e interdependientes como especie. Superarlo solo puede ser mediante el apoyo mutuo. El reconocimiento del bien común y los derechos de los demás entran en conflicto con los intereses individuales de la ética flash imperante de la exaltación. Proyección de la autoimagen, satisfacción de los deseos sin límite, las personas solo importan para que reconozcan y admiren mis éxitos, mi estatus, el valor de mi ego. La identidad del yo que desconoce al nosotros. Es un patrón de autoengaño. No tengo errores, todos los demás son los responsables. En el confinamiento los aplausos no fueron más que una solidaridad del miedo, no la respuesta de respeto y al esfuerzo de los profesionales esenciales para mantener y proteger al “nosotros”. Es por ello que existen personas que se creen con el derecho a hacer uso de los recursos de otros porque son merecedoras de ellos cuando estos escasean. No extraña la justificación por saltarse la cola de la vacunación. Tampoco nos debería extrañar quién lo justifica. Son los que se benefician de una sociedad desigual. Aquellos que han obtenido éxito creyéndose merecedores del mismo, sin tener que rendir cuentas a nadie. Por eso no creen en los impuestos como medio solidario desde el que compensar todo lo recibido desde el “nosotros”. Aquellos que no reconocen a quienes han estado detrás para permitirles llegar. Por eso, solo ven en la ciudadanía consumidores. Rechazan y atribuyen a pensiones e inversión sanitaria el adjetivo de gasto. Creen que su estatus se justifica moralmente, por eso tienen derecho a tener seguridad inmune antes que cualquiera. Dicen continuamente que están al servicio del “nosotros”, pero actúan con impunidad porque no creen reconocido lo que hacen por “nosotros”. Es inmoral esta actitud, pero más despreciable justificarla. Es el paternalismo. Una forma autoritaria de entender las relaciones. Estas no caben en democracia. Quizás sea momento para la humildad. Mientras reaccionamos ¿qué ocurre con las personas mayores que viven en sus domicilios no cuentan? ¿No son objeto de interés político? ¿No se habla de ellos y su protección? No sienten que exista una estrategia clara sobre el momento y cómo se les vacunará. Solo habrá solidaridad real cuando se les materialice el derecho a ser inmunes ¿o es que la atención a las personas mayores durante esta pandemia es solo una respuesta política por la alarma social? ¿Es un intento por justificar unas políticas sociales que refuerzan una estrategia empresarial que se viene abajo por los fallos del modelo? ¿Es apostar por un rescate empresarial? Quizás lleguemos a inmunizarnos de los virus, pero no así de la idiotez y el egoísmo de quienes esperan generar negocio de la seguridad y maximizar ganancias en la inmunización de quien tiene recursos dejando atrás al vulnerable. “Negar la responsabilidad significa no educar a los hombres para la responsabilidad”, —Wittgestenstein 1946—.

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