El ascensor social

Desde pequeña tuve claro que mi única opción para salir de la aldea donde nací, para vivir una vida distinta a la que parecía estar predestinada, era estudiar. Procedo de una familia muy humilde, apegada al campo como único medio de sustento. Gracias a que pude cursar estudios universitarios esa situación cambió, ahora soy una profesional con un buen trabajo, con inquietudes literarias y culturales; podría decirse que pertenezco a esa clase media difusa donde todos se declaran estar, pues lo de ser clase obrera está muy denostado. En mi caso, sí funcionó el ascensor social, elevándome de la categoría de jornalera agrícola a una profesional con estudios y posibilidades de darle una mejor vida a sus hijos. Sin embargo, en los últimos años, el ascensor parece estar averiado, si no roto del todo, al menos ha ralentizado su subida. Es mucho más complicado salir de la clase social en la que te tocó nacer, estudiar ya no es garantía de ascenso, ni siquiera de conseguir un empleo. Los mejores puestos siguen siendo ocupados por los “hijos de” que son los que tienen posibilidades de pagar estudios privados y los contactos necesarios para estar arriba, pues no basta con los méritos para ascender.